lunes, abril 18, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 12: El Amor está en el aire

Sólo ocurre una vez al año; las calles se llenan de globos en forma de corazones, millones de flores y chocolates son regalados por doquier; cupido hace de las suyas, y el amor está en el aire... Lo curioso es, que aunque muchos crean que es un día como cualquiera, siempre es bueno celebrar al amor...

Habían pasado apenas unos meses desde la mudanza de Eva a la ciudad, y ahora, nuevamente empacaba sus pertenencias; esta vez, para marcharse a una interesante expedición, la cual cumpliría uno de sus más grandes sueños en la vida. -¿Dónde guardarás todo esto mamá?- preguntó Leonel mientras sellaba una caja con cinta. -Esas cajas las llevaré a casa de tu abuelo- respondió Eva mientras empacaba libros en otra caja. -¿Sabes? Será extraño vivir con papá de tiempo completo, aunque he pasado mucho tiempo con él, siempre llegaba a casa y estabas tu, es como volver a comenzar- confesó Leonel un poco triste. Eva suspiró -Me siento fatal, creo que tu padre y yo les hemos dado una vida tan inestable, a veces me dan ganas de volver el tiempo y que siguiéramos siendo la familia de
antes- dijo. -¡Claro! sientes que ahora serás tu quien nos abandone- supuso Leonel. -Quiero que te quede bien clara una cosa Leonel, ni tu padre ni yo los abandonamos ni los abandonaremos; esto es un sueño que he tenido toda mi vida, y me parte el alma irme así, pero creo que las oportunidades se presentan por algo, además hoy en día, con eso de la tecnología podemos estar comunicándonos todo el tiempo- explicó Eva. -No es común que las madres hagan esto, pero si es lo que quieres, creo que debo apoyarte-dijo Leonel con un tinte de madurez en su voz. -No sabes como te lo agradezco
Leonel- dijo Eva mientras abrazaba a su hijo.

-Cada vez San Valentín está más cerca y no tengo ni idea de cómo festejar con Monserrat- comentó Ricardo a Miguel una mañana en la universidad. Llevaban un par de semanas de clases después de las fiestas. -¡Vamos Ricardo! ¿Y te preocupas por eso? Las mujeres son siempre las que organizan eso, tu sólo di que todo es genial y acepta de buen modo los festejos y regalos- aconsejó Miguel despreocupado. -Para ser honesto no creo que sea así con Monserrat; desde que regresamos estamos muy bien, pero la conozco, no es la típica niña que prepara sorpresitas- dijo Ricardo pensando en su novia. -Puede ser, puede ser, pero tampoco creo que sea el tipo de chica que ama recibir
sorpresas- admitió Miguel. Su amigo lo miró desanimado. -Gracias por el apoyo- dijo Ricardo irónicamente.
Después del accidente, Greta frecuentaba mucho más a Aurora y a su vez, Natalia se había integrado a su círculo de amistad a pesar de ser totalmente distinta a ellas. Aquel día, se reunieron a conversar en el apartamento de Aurora. -No puedo creer que no tenga galán para festejar, tiene años que no pasó soltera San Valentín- dijo Greta desanimada. -Lo curioso es que cada año lo pasas con un chico distinto- dijo Aurora en tono de burla. Las tres chicas rieron. -Pues yo, nunca he pasado un San Valentín con novio; el único novio que he tenido me cortó antes de Navidad; y si, muchos piensan que es una fecha llena de mercadotecnia pero, yo creo que ha de ser lindo pasarla al lado de alguien que amas- dijo Natalia a sus amigas. Aurora y Greta se quedaron calladas. -¡Vamos Natalia! Tampoco es lo máximo, tener que idear algo para festejar al amor, buscar que regalar, no todo es color de rosa- dijo Aurora tratando de animar a su amiga. -Sin olvidar el sexo ¡Todos los hombres quieren tener sexo en San Valentín!- dijo Greta en tono de broma. Las chicas volvieron a reír. -Como sea Natalia, yo se que pronto conocerás a alguien y podrás festejar un San Valentín como se merece- alentó Aurora. -Si no es así, siempre queda la opción de buscar un galán relámpago para la fecha, créeme funciona- bromeó Greta una vez más...

Las elecciones para gobernador de la ciudad estaban cada vez más cerca, y la campaña de Fausto Rivapalacio mostraba cada vez mejores resultados. Para Sofía esto era maravilloso, sin embargo, era la primera vez que la agencia manejaba la campaña de un candidato tan importante, y por tanto, el trabajo estaba a la orden del día. Sofía cada vez se ausentaba más de su hogar, se quedaba hasta tarde en la oficina y veía a Fausto con más frecuencia. -¡Vaya! ¡Vamos muy bien!- dijo Fausto al mirar unas gráficas que Sofía tenía en su escritorio. -Lo ves, te dije que la agencia era capaz de hacer esto; te estás perfilando como el candidato ganador, así que no debes preocuparte- reprendió Sofía suavemente. -De acuerdo, admito mi error, pero que te parece si me permites enmendarlo ¿Por qué no vamos a cenar esta noche?- propuso Fausto cordialmente. -¡¿Esta Noche?! Por favor Fausto, sabes que no podemos hacerlo, además, mi hijo Maximiliano tiene partido de fútbol y le prometí que asistiría- explicó Sofía intentando zafarse de aquella proposición. Fausto la miró vencido, parecía que su escudo de arrogancia había desaparecido. -Vamos Sofía, llevo meses cenando sólo, no es más que una cena, y después podrás ir al partido de tu hijo- negoció Fausto intentando obtener una respuesta afirmativa. Sofía lo miró; observaba aquellos ojos, aquel rostro del que se había enamorado mucho tiempo antes.
-Apresúrate que no deseo perderme el partido por nada del mundo- dijo Sofía aceptando. Fausto se puso de pie inmediatamente, Sofía tomó su bolso y ambos salieron de la oficina...
Ricardo terminaba de llevar cajas a casa de Darío, su padre. -¿Es curioso no papá? Hace unos meses mi deseo más grande era vivir contigo, y se veía tan lejano; y ahora, en unos días viviremos
juntos- dijo Ricardo entusiasmado. -Cuando la vida quiere que algo suceda, por más fuerzas que lo impidan, sucede al final- comentó Darío. -Creo que tienes razón, aunque sinceramente, siento que es un poco extraño que mamá se vaya de esa manera- confesó Ricardo su desconcierto. Darío lo miró y razonó un momento lo que su hijo acababa de decir; estaba totalmente en lo correcto. -Bueno, no podemos negar que es una situación inesperada, pero el tiempo pasa volando, verás que pronto tu madre estará de regreso- respondió Darío. Entre los dos siguieron desempacando y acomodando cajas.
-Por cierto papá ¿Tú solías sorprender a mamá en San Valentín? ¿Lo celebraban cuándo eran novios?- preguntó intrigado Ricardo. -¿Y por qué la pregunta?- Darío acrecentó la curiosidad de su hijo. -Es que... Bueno, pronto será San Valentín, y me gustaría sorprender a Monserrat; Miguel dice que no debo hacer nada, que las mujeres son quienes se encargan de las sorpresas- platicó Ricardo a su padre. -¡Vaya! Por lo que veo tienes la intención de celebrar con Monserrat, y quieres sorprenderla. ¿Sabes? No debes limitarte, hay hombres, como Miguel, que no son amantes de los detalles, prefieren utilizar otras armas de seducción y enamoramiento. Pero si tu eres de los hombres a quienes les gusta complacer a una mujer con regalos distintos, e ideas diferentes ¡Adelante! si no lo haces sería ocultar una parte de tu manera de ser- explicó Darío tratando de ayudar a su hijo. -El problema es, que no tengo ni idea de como sorprenderla- confesó Ricardo desanimado. -Creo que tengo la solución- dijo Darío mientras corría a su estudio. Ricardo lo miró desconcertado y espero a que volviera. En la mano, Darío tenía un sobre de viejas fotografías, abrió el sobre y se las mostró a su hijo. -Es mi lugar favorito en toda la ciudad- dijo. El chico vio una a una las fotografías, parecían tomadas desde arriba, se veían todas las luces de la ciudad como diminutos puntos iluminados.

-¡Vaya! Estas fotografías son espectaculares ¿Dónde es esto?- preguntó Ricardo interesado.-Cuando era joven, el automóvil de tus abuelos se descompuso en la carretera al regreso de unas vacaciones, así fue como encontré este lugar, a la orilla de la carretera- explicó Darío recordando. -Después, cuando comencé a estudiar me pidieron tomar algunas fotografías de la ciudad y recordé este lugar, lo que para muchos era un trozo de pastizal para mi era uno de los paisajes más hermosos de la ciudad, cada que podía iba ahí a tomar fotografías de la ciudad, diferentes días, a diferentes horas...-Darío calló mientras recordaba aquel lugar. -¿Quién es ella?- preguntó Ricardo al ver una fotografía de aquel paisaje donde aparecía su padre con una chica, muchos años antes. Darío miró a la chica, bajó la mirada y dijo. -Es Corina, la chica del cementerio- Ricardo se quedó callado mientras recordaba la historia que le había contado su padre a él y a su hermano. -Entonces ¿Llevaste a Corina a ese lugar tan mágico para ti en San Valentín?- preguntó Ricardo tratando de deducir lo que su padre intentaba aconsejarle. -Fue el día que cumplimos un mes de  novios, no pasamos juntos ningún San Valentín- confesó Darío melancólico. -...Papá...- Ricardo intentaba alentar a su padre. -Disfruta a Monserrat hijo, si quieres sorprenderla hazlo, demuéstrale tu amor a cada instante, llévala a este lugar, te aseguro que es mágico- aconsejó Darío a su hijo...

-Espero no te moleste venir a mi apartamento a cenar, honestamente es molesto que los reporteros anden atrás de ti, hoy en día los políticos parecemos celebridades- dijo Fausto al llegar a su apartamento acompañado de Sofía. -¿Qué sucedió con tu casa? Me comentaste que era una lujosa residencia- preguntó ella mientras miraba por la ventanas y ponía atención en la decoración. -Después de la muerte de mi esposa creí que era muy grande para mi sólo, preferí venderla y buscar un lugar más íntimo- respondió Fausto mientras entraba en la cocina. -La amabas mucho ¿Verdad?- supuso Sofía. -Si; la amé, pero no pude tolerar que me engañara, no pude perdonarla- confesó Fausto.
 -Honestamente fue muy lamentable que sucedieran así las cosas, espero ya la hayas perdonado- dijo Sofía quien entraba en la cocina. -¿Te parece  si comenzamos a cocinar?- evadió sutilmente Fausto. Sofía asintió y pusieron manos a la obra. Por un momento no eran el político y la publicista, el cliente de negocios y la presidente de una agencia. Eran sólo Sofía y Fausto, disfrutando una tarde juntos. Cuando terminaron de cocinar Fausto puso la mesa y sacó una botella de vino. -Creo que hacemos buena mancuerna, quedó delicioso- dijo Sofía al probar el primer bocado. Fausto probó la pasta y rió un poco. -¿Qué sucede?- preguntó ella. -Nada; solamente, creí que no tendría la dicha de volverme a sentar a cenar contigo- confesó Fausto. Sofía lo miró seriamente, para ella era imposible defenderse de aquella mirada, sentía poco a poco como sus defensas se iban desvaneciendo. -Acepté por que realmente soy una buena persona y merecemos celebrar lo bien que va tu campaña- contestó Sofía inteligentemente. -¿Sabes? Quiero brindar, por la campaña, por que a pesar de las adversidades trabajamos muy bien juntos, porque gracias a ti cumpliré mis metas- dijo Fausto alzando su copa.
-Esperemos que así sea- respondió Sofía sonriente mientras acercaban sus copas. -También, quisiera brindar porque estás aquí, porque después de tanto tiempo la vida te puso en mi camino y porque se que las cosas suceden por algo- brindó Fausto nuevamente. Sofia sólo lo miraba. -Fausto, eres magnífico, pero debes entender, tengo una familia, no podemos ser más que viejos amigos- dijo Sofía seriamente. -No te estoy pidiendo nada Sofía, sólo escúchame, algo me dice que reencontrarnos no fue casualidad- dijo Fausto mientras intentaba acercarse un poco más. -¡Suficiente! perdóname pero tengo que irme- dijo Sofía levantándose de la mesa. -¡NO! Por favor Sofía... no te vayas- Fausto la tomó de la mano.  -El partido de Maximiliano está por comenzar, tengo que irme- dijo Sofía resistiéndose. -De acuerdo, pero antes de que te vayas, dime que no sientes nada cuando me ves, que no te dan escalofríos al rozar mi piel, que no pasó en ningún momento por tu mente besarme, dímelo- Fausto estaba un poco nervioso. -¡Basta Fausto! ¡En Verdad! ¡Debo irme!- Sofía comenzó a elevar el tono de su voz, aunque a la vez, cada palabra que Fausto decía provocaba en ella una extraña y agradable sensación. -Dime que aquella noche fue suficiente para tí, dime que nunca imaginaste que hubiera pasado, dime que nunca soñaste con algo más ¡Vamos!- Fausto buscaba convencerla de algún modo. Sofía lo miró. -Toda la universidad soñé con algo más, no creo que podamos hacer mucho veinte años después- dijo desilusionada. -Así sean mil años después, el destino quería que nos encontráramos,  y estoy seguro de que es por algo- dijo Fausto más tranquilo. -Tal vez el destino simplemente quería que fuera tu publicista- dijo Sofía y tomando su saco salió del apartamento...

-¿Dónde está mamá? Maximiliano me acaba de preguntar por ella- dijo Natalia a su padre en el medio tiempo del partido. -No lo sé, no contesta su móvil, espero no lo haya olvidado- dijo Franco con cierto tono de molestia. -Claro que no papá, no puede olvidar algo tan importante- defendió Natalia a su madre. -Está tan concentrada en el trabajo últimamente que no se me haría nada extraño- dijo Franco buscando a su esposa con la mirada. Miguel apareció en las gradas y se sentó al lado de su hermana.
-Yo tampoco pude comunicarme con ella- dijo secamente. -Tenemos que animar a Maximiliano, aun pueden ganar- alentó Natalia. -El equipo contrario lleva un gol de ventaja y juega bastante sucio, honestamente es difícil que lo logren- analizó Miguel pesimista. -¡Vamos Miguel! no es imposible, creo que Maximiliano y su equipo son muy buenos- dijo Natalia mientras miraba hacia la cancha. El partido estaba por reanudarse. El clima hizo de las suyas y una leve llovizna comenzó a caer, el equipo de Maximiliano parecía desconcentrado y recibió otra anotación del equipo contrario. Conforme pasaban los minutos las esperanzas se apagaban y justo antes de que terminara el segundo tiempo Maximiliano anotó un gol. Las gradas festejaron, pero la ventaja del otro equipo era inminente...
-Jugamos pésimo- dijo el chico cuando terminó el partido. -¡Claro que no campeón! Ese fue un gran gol- dijo Franco mientras abrazaba a su hijo. -No nos preparamos bien, tuvimos que haber entrenado más- dijo Maximiliano desilusionado. -¡Jugaron muy bien! el otro equipo era un tramposo ¡siéntete satisfecho! Metiste un gol y diste todo su esfuezo ¿no?-alentó Miguel a su hermano. Franco caminaba al lado de sus hijos, estaba realmente molesto. Llegaron al estacionamiento y justo cuando Franco abría su camioneta Sofía estacionó su auto. -Chicos, suban a la camioneta- dijo Franco seriamente. La lluvia cayó un poco más fuerte. -¡Franco! ¿Qué pasa? El partido comenzaba hace treinta minutos- dijo Sofía apurada. -El partido terminaba hace treinta minutos- dijo Franco bastante molesto. -¿De verdad? ¡No puede ser! Yo estaba segura que...- Franco la interrumpió. -¡Pues no Sofía! ¡El partido terminó! ¡Tu hijo perdió y estuvo preguntando por ti! ¡Pero claro! ¡Cómo la Señora Presidente tiene muchos pendientes no puede darse tiempo para su familia!- gritó Franco desesperado. -¿Franco qué sucede? Nunca me habías gritado así- dijo Sofía asustada. Franco se limpió el agua del rostro. -Sucede que ya no puedo lidiar con la mujer emprendedora, sucede que ya no puedo tolerar que llegues tarde a los compromisos, que llegues a casa y no puedas platicar ni cinco minutos con tus hijos, que no puedas darte el tiempo para asistir a un simple partido de fútbol- gritó Franco. -¡Por favor Franco! Ya no son unos niños, ellos entienden perfectamente- se excusó Sofía. -Así es Sofía, ellos entienden perfectamente, pero yo no, intenté vivir con la mujer que amaba su trabajo por sobre todas las cosas, pero no pude- dijo Franco desválido, sin fuerzas. -¿Estás diciendo qué...- preguntó Sofía. -Creo que sería viable que nos separáramos por un tiempo- dijo Franco seriamente. -¿Eso crees realmente?- preguntó Sofía asustada como nunca en la vida. -Vamos a casa, debo empacar mis cosas, si quieres vete con los chicos, yo me llevo tu auto- dijo Franco estirando las llaves de la camioneta. Sofía asintió y ambos subieron a sus respectivos automóviles. -¿Qué sucede mamá?- preguntó Natalia a su madre. Sofía no contestó; Maximiliano comenzó a platicarle todas las hazañas del partido a su madre, pero ella no lo escuchaba, pensaba en Franco y amarga y sigilosamente para que sus hijos no se dieran cuenta, comenzó a llorar...

Cuando llegaron a casa Sofía no descendió de la camioneta. Se quedó contemplando la puerta de la entrada, recordando todo lo que había sucedido ahí dentro. Miguel tocó la ventanilla y le hizo señas para que bajara... -Es pertinente que hablemos ahora que estamos más tranquilos- dijo Sofía cuando entró a su habitación, Franco había comenzado a empecar. -¿De qué quieres que hablemos? Yo ya he dicho lo que tenía que decir- respondió Franco mientras acomodaba su ropa. -No lo hagas Franco ¡No te vayas!- suplicó Sofía. -Hemos perdido el valor de muchas cosas, tenemos que aprender a revalorarlas- explicó Franco mucho más tranquilo. -Yo te amo- dijo Sofía sinceramente. -Yo también te amo y por eso mismo me voy ¿trabajar en la agencia te hace feliz? ¡adelante! Hazlo, descubre que es lo que más amas y veremos- propuso Franco relajado. -¿Es tu última palabra?- preguntó Sofía. Franco asintió y tomando su maleta, la besó en la frente y salió de la habitación. Sofía se desplomó y abatida escuchó como sus hijos preguntaban a su padre porque se marchaba. Se escuchó la puerta de la casa cerrarse. -¿Todo bien?- preguntó Natalia a su madre asomándose por la puerta de la habitación. Sofía negó con la cabeza mientras lloraba y Natalia corrió a abrazar a su madre...

En "Venecia" las chicas se vestían como cada noche para el espectáculo. Era una noche especial, pues después de un par de meses, Aurora regresaba a trabajar después de su accidente, la chica volvía a sentir esa adrenalina y ese miedo antes de salir al escenario. Esa noche todas llevaban un diminuto atuendo brillante con alas de ángel. -Chicas, comenzamos en cinco minutos- dijo Bianca asomándose al camerino. -Aura puedes venir conmigo por favor- completó. -¿Qué pasa Bianca?- preguntó Aurora cuando entró al camerino de Bianca. -¡No me digas Bianca! Sabes que aqui soy Madame Parel- reprendió Bianca. -Lo siento, ¿Qué sucede Madame Parel?- preguntó Aurora avergonzada. -Quiero que te vayas, no quiero que trabajes más aquí- dijo seriamente Bianca. -Pero... ¿Ya habíamos hecho un trato no? Dijimos que trabajaría hasta que junte el dinero para pagarte- explicó Aurora extrañada.
-No puedes seguir aqui, alguien te ha identificado, y te busca, te ha buscado desde la noche después del accidente- explicó Bianca más fría que nunca. En ese intante Aurora recordó al chico del club aquella noche, el mismo chico que la había mirado noches antes sin que ella se percatara. -¿Y por qué no me lo habías dicho? ¿Por qué hasta ahora? Estoy a minutos de subir al escenario, no comprendo- preguntó Aurora quien empezaba a molestarse. -No te lo dije porque me gusta que estés aquí, que trabajes aquí, eres una bailarina excepcional, pero...- Bianca se detuvo. -¿Pero qué Bianca? ¿Qué sucede?- preguntó Aurora desesperada. -Quiero protegerte Aurora, no me perdonaría si algo te sucede, cuando alguien conoce tu identidad, corres un gran riesgo- explicó Bianca intenando hacer entrar a Aurora en razón. -¡Pues no me interesa que me conozca! Ahora, si no te molesta, el espectáculo va a comenzar- dijo Aurora mientras salía y azotaba la puerta...

-Es que aun no puedo concebir que Aurora esté trabajando a estas horas- dijo Luis cuando el reloj marcaba las doce menos diez. -A mi tampoco me gustaba la idea, pero una vez que hablé con sus compañeras de la Academia quienes también trabajan con ella me tranquilicé un poco, siempre han dicho que es un restaurante muy elegante- explicó Andrea. -Quiero que deje de trabajar ahí, es muy tarde para que esté por la calle- determinó Luis. Aurora lo miró, ambos estaban recostados en la cama. -Se que no es el mejor de los empleos, y que es riesgoso, te entiendo a la perfección, pero a la vez, creo que le sirve de mucho a Aurora trabajar, sabes que para un músico o una bailarina es muy complicado salir adelante, confío en que Aurora lo hará, pero veo pertinente que comience a hacer un camino independiente a la danza.- Andrea intentaba persuadir a su marido. -Creo que tienes razón, de todas maneras, a partir de mañana la llevaré y la recogeré del restaurante.- decidió Luis. -Me parece perfecto, ahora relájate e intenta descansar- dijo Andrea a su marido mientras le besaba el cuello.

-¡Estuviste espectacular Aura!- dijo una bailarina a Aurora al terminar el espectáculo. La chica agradeció y se acercó a Bianca. -Madame Parel, perdóname por lo de hace un rato- se disculpó discretamente. -Me recuerdas mucho a mí cuando era joven, y aunque preferiría que te fueras de este lugar, dejaré que te quedes, pero debes estar consciente de que corres un gran riesgo- advirtió Bianca. -¿Me seguirás protegiendo?- preguntó Aurora con una sonrisa en el rostro. -Como siempre, debo proteger a mi bailarina estrella, hasta el fin- dijo Bianca dulcemente. Aurora miró hacia las mesas, en una logró ver al chico del club y se asustó un poco, pero fingió su temor. Lo increíble para ella fue encontrar a Miguel en otra mesa; olvidando su miedo porque el chico del club se le acercara, se acercó a la mesa de Miguel. -¿Qué haces aquí Miguel?- preguntó Aurora alterada. -Hola Aurora- saludó el chico sonriente, estaba un poco ebrio. -¿Vamos afuera si?- indicó Aurora tomándolo de la mano y dirigiéndolo a la puerta trasera. -¿Estás borracho?- preguntó en cuanto salieron. -No... para nada, lo que pasa es que... sólo quería tomar unas copas, no sabía que habías vuelto a este lugar- Miguel no organizaba muy bien sus ideas. -Es mi primera noche después del accidente ¿Te encuentras bien? Deberías irte a casa- aconsejó Aurora.  -No... no tiene caso que me vaya a casa... ¿Para qué? ¿Para ver a mi madre sufrir por qué  papá se marchó? ¿Cuando ella fue quien provocó todo? ¡NO! ¡No quiero ir a casa!- gritó Miguel alterado.  -Basta Miguel no entiendo nada, vamos por un café y explícame todo por favor- dijo Aurora quien volvía a jalar del brazo a Miguel para llevarlo a su camerino y prepararle una fuerte taza de café. Después de un rato, Miguel conversó más tranquilo acerca de la situación de sus padres. -No cabe duda que eres un típico macho que cree que con copas se soluciona todo- dijo Aurora irónicamente después de haber hablado con Miguel. -No cabe duda que tu no eres sólo una niñita malcriada- respondió Miguel riendo. -Como sea, debes dejar que tus padres arreglen sus problemas, tu debes querer y respetar a  ambos, sus problemas son problemas de dos, de pareja, y ni tu ni tus hermanos deben intervenir para solucionarlos- aconsejó Aurora seriamente. -Vaya, creo que tienes razón- dijo Miguel después de unos minutos. -Creo que me dejé llevar por mis impulsos y no pensé realmente con la cabeza fría- explicó. -De nada- respondió Aurora una vez más usando el sarcasmo. -Gracias Aurora, aunque nos odiemos un poco, necesitaba hablar con alguien de esto- agradeció Miguel sinceramente. -El rockero indigente agradeciéndome, no me lo esperaba- respondió Aurora. -Aunque si se trata de la hora de las confesiones, quiero que sepas que, aunque jamás aprobaré lo que dijiste de Greta, creo que hice mucho mal aquella tarde en el cine y siento que te debo una disculpa, me gustaría ayudarte a recuperar tu trabajo- la chica habló sinceramente, desde hace tiempo quería hacerlo. -Olvídalo, aunque no lo creas ya me tenía cansado vender palomitas y refrescos todos los días- confesó Miguel. -También quiero agradecerte por no revelar que trabajo aquí, y por ayudarme a que Ricardo no lo descubriera aquel día- dijo Aurora de corazón. -Aunque creas que soy un rockero indigente, tengo algo de buena persona, se que lo hacías por ayudar a tu madre, aunque ahora que tu padre regresó, deberías pensar en retirarte ¿No crees?- aconsejó Miguel. Ahora tocó a Aurora el turno de hablar, le contó a Miguel acerca de la deuda con Bianca y de porqué no podía dejar de trabajar en "Venecia" así como del miedo que había comenzado a sentir por aquel chico. -Tengo una idea- dijo Miguel. -Consígueme trabajo en "Venecia" como cadenero, chofer, agente de seguridad o conserje, lo que sea- propuso Miguel. -No entiendo- dijo Aurora intrigada. -Si, tu quieres ayudarme a conseguir trabajo ¿No? y es riesgoso que trabajes aquí, pero tienes que hacerlo por la deuda del hospital ¿Correcto? si me consigues trabajo aquí, yo podría ayudarte y proteger tu identidad mientras gano dinero, ambos ganaríamos ¿Qué te parece?- Miguel estaba realmente entusiasmado. -Mala idea no es- dijo Aurora sonriendo y estrechando su mano con la del chico... 

Un par de días después las lluvias seguían, era extraño debido a la época del año, pero se acomodaba muy bien al estado de ánimo de algunas personas... Sofía aun no lograba adaptarse a su vida sin Franco, sin embargo, las presiones de la agencia la abrumaban así que realmente le quedaba poco tiempo para pensar en ello.

Una mañana antes de San Valentín Darío llevó a sus hijos al aeropuerto a despedirse de su madre. Eva esperaba paciente su vuelo a Milán, de donde partiría hacia su expedición. Al llegar, Ricardo y Leonel abrazaron a su madre, platicaron un largo rato acerca del viaje, de como estarían en constante comunicación y de lo que no debían hacer en ausencia de su madre. -No estoy muy de acuerdo en esto, pero creo que yo haría lo mismo, así que adelante, ve por tu sueño y alcánzalo, se que lo lograrás- dijo Ricardo mientras abrazaba y besaba a su madre. -Te vamos a extrañar- dijo Leonel llorando un poco.
-Yo los extrañaré mucho más, pero regresaré pronto, gracias por apoyarme, los amo- dijo Eva intentando contener el llanto. Unos minutos después los chicos fueron por un refresco dejando sólos a sus padres. -Supongo que debo despedirme- dijo Darío mirando hacia otro lado. -No debes hacerlo si no quieres- respondió Eva suavemente. Darío la miró. -Si te soy sincero no quiero, no quiero que te vayas Eva- confesó. -Debo hacerlo Darío, Patrick me está esperando- dijo Eva sonriendo. -¿Lo amas verdad? Supongo que van a casarse, tomar fotografías por el mundo, en fin, rehacer tu vida- supuso Darío abatido. -No precisamente, la única condición que le puse a Patrick fue  convertirnos únicamente en compañeros de trabajo, terminar nuestra relación y ver como fluyen las cosas- explicó Eva. -¿De verdad? no me habías comentado eso, aunque de todas maneras es muy fácil que viajando juntos se reconcilien ¿No crees?- preguntó Darío desafiente. -No lo sé, y honestamente no me interesa en este momento, por ahora estoy emocionada con el viaje, con la fotografía, con conocer todo el mundo- confesó Eva entusiasmada. -Debo confesar que voy a extrañarte, después de dejar Milán, estos meses fueron los mejores que he vivido en la ciudad- dijo Darío melancólico. -Eres un buen hombre Darío, espero pronto puedas ser inmensamente feliz- deseó Eva sinceramente. -No es que no lo sea, simplemente, me gustaría serlo contigo- confesó Darío acercándose a Eva. -Si pudieramos regresar el tiempo- dijo ella. -No podemos regresarlo, pero podemos aprovechar el que nos queda- dijo Darío acercándose un poco más. El vuelo de Eva fue anunciado. -Es mi vuelo, busquemos a los chicos- dijo Eva tomando distancia. Ambos se pusieron de pie y caminaron por el aeropuerto. En la puerta de la sala de abordar Ricardo y Leonel abrazaron  besaron a su madre nuevamente. -Estamos en contacto en cuanto llegue a Milán, los amo- dijo Eva besando la frente de los chicos, quienes se alejaron mientras su padre se despedía de Eva. -¿Segura que no quieres quedarte?- preguntó Darío refiriéndose a una posible reconciliación. -Hoy no Darío, hoy no- respondió Eva, se abrazaron y Eva cruzó la puerta de la sala de abordar...

Por fin llegó el día que sólo ocurre una vez al año; las calles se llenaron de globos en forma de corazones, millones de flores y chocolates eran regalados por doquier; cupido hacía de las suyas, y el amor estaba en el aire...

Al anochecer Ricardo recogió a Monserrat en su casa. -¿Lista para la sorpresa?- preguntó él en cuanto su novia subió al automóvil. -Totalmente-  dijo ella besando la mejilla del chico. Después de un buen rato de conducir y de unas cuantas desesperantes preguntas de Monserrat, Ricardo se estacionó a la orilla de la carretera. -Llegamos- dijo él. -¿Es aquí?- preguntó Monserrat descontrolada. -Así es, no te asustes, acompáñame- dijo Ricardo estirando su mano para que su novia la tomara. Monserrat tomó la mano del chico y comenzaron a caminar entre pastizales. -¿Ricardo a dónde vamos? Me estoy lastimando mis piernas- dijo la chica quien llevaba una minifalda. -Calma, casi llegamos- dijo él caminando sin pausa. Y llegaron, la misma pequeña muralla, el mismo bosque, las mismas luces de ciudad que Darío había descubierto hace años. -¿y esto es?- preguntó Monserrat contrariada. -Esto es nuestro primer San Valentín juntos- dijo Ricardo quien encendía un par de velas que mostraban una pequeña mesa decorada con sencillas pero  hermosas flores. -Pensé que sería mejor que ir a cualquier restaurante que de seguro estaría repleto- explicó Ricardo. -Es bello el lugar- dijo Monserrat observando. -Que bueno que te gustó- dijo Ricardo alegremente. El chico sacó de una mochila platillos preparados para cenar y sirvió vino espumoso en un par de copas. -¿Cómo se te ocurrió esto?- preguntó Monserrat mientras cenaban. -Quería que este día fuera perfecto, aunque la verdad no tenía muchas ideas y pedí un poco de ayuda- dijo Ricardo alegremente. La cena terminó y las velas se consumían, Ricardo se levantó a ver las luces. -Son perfectas- dijo el chico. Monserrat se levantó tras él y recargó su cabeza en el hombro de su novio. -Si, son bonitas, aunque para ser sincera, esperaba algo diferente- dijo Monserrat sutilmente. Ricardo giró su cabeza.  -¿Algo cómo qué?- preguntó. -Algo como esto- dijo Monserrat mientras besaba el cuello de Ricardo. El chico giró completamente y abrazó a su novia, comenzaron a besarse efusivamente. Las caricias y los besos comenzaron a hacerse más intensos y un poco más torpes. Monserrat comenzó a desabotonar la camisa de Ricardo y el chico tomó fuertemente la pierna de su novia. -¡No!- dijo Ricardo deteniéndose. -¿Qué pasa?- preguntó Monserrat evidentemente molesta por la interrupción. -Es que... ¿Aquí?- preguntó Ricardo inseguro.
 -¿Hay algún problema?- preguntó ella algo molesta. -Mejor vamos a otro lado ¿Mi casa? ¿Un Hotel?- propuso Ricardo esperando lograr convencerla. -Mejor vamos a mi casa ¿Si?- exigió Monserrat totalmente enojada. -¿A tu casa? ¡No! Mejor a otro lado- pidió Ricardo. -¡No quiero ir a otro lado! ¡Llévame a mi casa Ricardo!- gritó enfurecida. Sin decir nada se dirigieron al auto y en el camino no dijeron ni una sola palabra. -No sé que hice para molestarte, pero perdóname, no quería que esta noche terminara así, te amo- se despidió Ricardo entristrecido. Monserrat lo miró. -No soy cualquiera de tus amiguitas para que me lleves a tu casa, ni soy una mujerzuela para que me lleves a un hotel, te veo después- dijo Monserrat azotando la puerta del automóvil...

-¿Ni así quiso quedarse?- preguntó Andrea a Darío. Sofía bebía una taza de café. Los tres amigos se habían reunido a conversar en el día de la amistad como hace mucho no lo hacían. -No, está tan entusiasmada con el viaje y la exposición que no sabe lo  que quiere en cuanto al amor- explicó Darío. -Ella te deja por su trabajo y a mi me dejan por el mío ¿Qué pasa hoy en día?- comentó Sofía irónicamente. -Verás que Franco regresará, ustedes se aman mucho- alentó Andrea a su amiga. 
-No cabe duda que tienes mucha suerte Andrea- dijo Darío a su amiga. -¿Por qué lo dices?- preguntó Andrea. -Eres la única de los tres que en estos momentos tiene una vida perfecta, tienes a Luis, tienes a Aurora, en fin, tu familia está completa- explicó Darío. -En algunas ocasiones tener una familia completa no es sinónimo de perfección- respondió Andrea pensando en el secreto de la paternidad de Aurora y en la distante relación con su hija. -Tienes razón- afirmó Sofía. -Aunque para eso hemos estado juntos después de tantos años, para que tengamos apoyo y soporte, para eso estamos los
amigos- dijo Sofía mientras tomaba la mano de sus amigos...

...Es una fecha que ocurre sólo una vez al año , lo curioso es, que aunque muchos crean que es un día como cualquiera, siempre es bueno celebrar al amor y a la amistad, porque no sabemos si el próximo año el ser amado o nuestro gran amigo estará ahí para celebrar con nosotros...

domingo, abril 10, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 11: Renacer

Es inevitable tropezar; a lo largo de nuestra vida cometemos errores o tomamos decisiones que nos llevan a  fuertes caídas y sufrimos... Perdemos sentido alguno del vivir, y dejamos atrás toda esperanza de levantarlos...Lo bueno de tropezar, es la interesante oportunidad que nos da la vida de volver a levantarnos y al igual que el fénix de las cenizas... Renacer...

El pasillo de aquel hospital se hacía cada vez más largo e interminable para Andrea; no tenía ni veinte minutos que había recibido la desesperada llamada de Flora, informándole acerca del trágico accidente. Lo importante de tener amigos verdaderos; es que, sea de día o madrugada, siempre están ahí. Darío llegó un poco después acompañado de Ricardo y Miguel llevó a su madre para apoyar a Andrea. El estado de salud de las chicas era delicado; Greta tenía una fuerte lesión en la columna debido a las fuertes vueltas y Aurora había sufrido diversas heridas en el cuerpo provocadas por los cristales del auto.



 
Andrea salió unos minutos después de la habitación donde se encontraba su hija. Se desplomó en una silla.   -Está muy grave, debo avisarle a Luis, la atención en este hospital es muy costosa- dijo Andrea llorando e intentando llamar por el teléfono móvil al centro donde su esposo se encontraba internado. -Vamos Andrea, no debes preocuparte por el dinero, lo importante es que Aurora se encuentre bien y se recupere, por ahora dedícate a contactar a Luis, debe saberlo- consoló Darío a su amiga mientras Sofía abrazaba a Flora.
 Alberto llegó al hospital unos minutos después; al ver a su hijo, Paulo se levantó de la silla en dónde estaba sentado y se abalanzó en contra de él. -¡Estás por terminar la carrera de medicina! ¡Eres un prácticamente un Doctor! ¡Salva a tu hermana! ¡Haz hasta lo imposible!- gritó Paulo desesperadamente. Alberto sólo miraba a su padre, todos habían volteado a observar semejante escándalo. Flora se acercó hacia ellos.   
-Como puedes ponerte así Paulo, no seas imprudente, no puedes hablarle así a tu hijo ¡Estás en un hospital!- dijo Flora discretamente. -Mi hijo, él que no cumplió su palabra, el que dejó el altar unos minutos antes de casarse; debería hacer algo para que sintiera orgulloso, debería salvar a su hermana- dijo Paulo secamente. -Iré a pedirle a la enfermera el reporte médico de Greta- dijo Alberto a su madre ignorando lo que recién había dicho Paulo.

Los angustiantes minutos pasaban muy lentamente. El departamento médico del hospital trataba de estabilizar  el grave estado de salud de las chicas. El aire olía a preoocupación, a incertidumbre, a angustia.   -Iré por un café ¿Quieren algo?- preguntó Sofía cuando el sol comenzaba a asomarse por las diminutas ventanas. Nadie pidió nada. -Miguel ¿Puedes acompañarme?- pidió Sofía a su hijo. El chico la miró interrumpiendo su plática con Ricardo y haciendo un gesto de desaprobación. -Ve Miguel, ahora seguimos platicando- dijo Ricardo dando una palmada en el hombro de su amigo. Miguel se levantó y siguió a su madre por el pasillo. -Creo que debemos hablar de lo que sucedió ayer en la agencia- dijo Sofía mientras caminaban. -Mamá, no sé si sea bueno hablar de eso- confesó Miguel secamente. -¡Vamos Miguel! Déjame explicarte ¡Fausto no es más que un compañero de la universidad!- explicó Sofía mientras entraban a la cafetería del hospital. Ambos pidieron un café a  la chica de la barra. Miguel suspiró. -No necesito que me expliques nada, eres mi madre y ante todo mereces mi respeto; sólo quiero que pienses en mi papá, sé que eres el amor de su vida y no es justo para él- dijo Miguel enfadado y salió de la cafetería...

Cuando Sofía regresó a la sala de espera intentando encontrar a Miguel olvidó por un momento a su hijo debido a la dramática escena que ahí se vivía. Andrea lloraba desconsoladamente y Darío hablaba con el médico. Ricardo y Alberto platicaban del estado de Greta y Flora corría al lado de Paulo hacia el pasillo que daba a las habitaciones. -¿Qué sucede?- preguntó Sofía intrigada a Ricardo. -Lograron estabilizar a Greta, ya despertó, sus padres fueron a verla; pero Aurora no corrió la misma suerte, le descubrieron una hemorragia interna, deben intervenirla enseguida, corre mucho peligro- explicó Ricardo un poco angustiado. Sofía se dirigió hacia donde sus amigos. -Aurora te necesita fuerte ¿De acuerdo? Es una chica muy joven y saldrá de esto- dijo Sofía mientras abrazaba a Andrea. -Deben operarla de inmediato pero no puedo firmar la autorización, no tengo dinero, es riesgoso trasladarla a otro hospital ¡No se qué hacer Sofía! ¡No tengo cómo pagar!- sollozó Andrea. -Por favor tranquilízate, por las cuentas no te preocupes, lo que importa ahora es salvar a tu hija, así que firma esa autorización y veremos como nos las arreglamos- dijo Darío mientras acercaba la carta de autorización a manos de su amiga. Andrea firmó la autorización y trasladaron a Aurora al quirófano.

La mañana comenzaba a llegar a su máximo apogeo. Había pasado ya casi una hora desde que Aurora había ingresado al quirófano. Darío se había marchado junto con Ricardo, Miguel no volvió a aparecer y Sofía dedujo que se había marchado,  los demás esperaban ansiosos a que el médico saliera del quirófano a dar una noticia. Andrea miraba hacia todos lados, caminaba de un lado a otro; los nervios la estaban devorando. En una de sus fugaces miradas miró hacia el pasillo y se percató de aquel hombre que se acercaba a ella; era Luis, su esposo, exageradamente delgado, sin rasurar y con el cabello un poco largo. Andrea respiró hondamente, su cuerpo comenzó a temblar; como pudo, logró caminar un par de pasos. Y se encontró con Luis, lo abrazó, lo tomó por el rostro, lo besó una y otra vez. Comenzó a llorar. -Me dijeron que era difícil que salieras- dijo Andrea emocionada. -Cuando me enteré de lo que le había sucedido a Aurora enloquecí, me costó mucho trabajo que me dejaran salir, pero no podía estar ahí adentro mientras la vida de mi hija pende de un hilo- explicó Luis. -Te amo Luis, no sabes lo que me has hecho falta- dijo Andrea mientras lo besaba nuevamente. Minutos después el médico salió del quirófano. Todos se acercaron a él formando un círculo a su alrededor. -¿Cómo está mi hija doctor?- preguntó angustiada Andrea.
-Logramos controlar la hemorragia; se recuperará, pero ha perdido mucha sangre, la trasladarán a terapia intensiva, es urgente conseguir donadores- explicó el doctor. -Yo donaré la sangre que sea suficiente- afirmó Andrea sin pensarlo. -De hecho, lo más probable es que los padres sean donadores, si gustan acompañarme, les harán los estudios para determinar si su sangre es compatible con la de la chica- indicó el doctor. Andrea miró a Luis; sabía que era prácticamente imposible que su sangre fuera compatible
.-Adelante, mientras más pronto hagamos los estudios mejor- dijo Luis determinante, ignorando la aprensiva mirada de su esposa. Ambos siguieron al médico al laboratorio...

A pesar de lo sucedido, Ricardo y Miguel llegaron a clases en la universidad; en un receso de clases platicaban con Natalia acerca del accidente. -Entonces fue algo grave ¿No?- preguntó la chica preocupada. -Así es y justo el día de su cumpleaños, que tragedia- dijo Miguel con cierto tono de lástima.
-Hablando de cumpleaños había olvidado preguntarte si te gustó tu regalo- preguntó Natalia a Ricardo esperando una respuesta positiva. Ricardo la miró y recordó aquel pequeño empaque al que no le había puesto atención y que había olvidado desde aquel día bajo el asiento de su automóvil. -¡Vaya! ¡Claro! Si, fue un fantástico detalle- improvisó Ricardo. -Que bueno que te gustó, pasé horas eligiéndolo- dijo Natalia con una sonrisa. Ricardo se sintió fatal. -¿Por qué no me dijiste que Natalia te había dado un regalo? ¿Qué te regaló?- preguntó Miguel ingenuamente a su amigo. Ricardo se quedó mudo, sólo miraba a Natalia, abría la boca pero sólo tartamudeaba.- No lo abriste ¿Verdad?- dijo Natalia seriamente. -Lo siento de verdad, es que lo olvidé por completo- confesó Ricardo. -Me imagino que no era un regalo tan importante para ti, no te preocupes- fingió Natalia despreocupada. -¡Claro que no! No es que no sea importante, soy tan estúpido ¡Perdóname Natalia!- se disculpó Ricardo abrumado; y sin decir nada abrazó a Natalia. -Lo siento mucho- dijo Ricardo mientras la abrazaba. Inmediatamente sonó el teléfono móvil del chico. Dejó de abrazar a Natalia para poder contestar. -Voy para allá- dijo Ricardo al teléfono y sin decir nada de marchó.

-¿Se puede saber por qué abrazabas a tu amiguita?- preguntó Monserrat quien después de haber visto a su novio abrazar Natalia ardió en rabia y lo llamó desesperada.-Simplemente me estaba disculpando con ella; me porté muy mal, mira el día de mi...- explicaba Ricardo tranquilamente. -¿Sabes qué? pensándolo bien, no necesito explicaciones, quien debe pensar eres tú; tu tienes una novia y esa novia soy yo- reclamó Monserrat enfurecida. -¡Estás celosa!- exclamó Ricardo irónico con una sonrisa en su rostro. -No me hagas reír Ricardo ¿Celosa yo? ¿De ella? Me imagino que sabes muy bien qué soy mucho mejor mujer que esa- aseguró Monserrat desafiante y grosera. Ricardo la miró enfurecido. -"Esa" se llama Natalia y me parece que no soy precisamente yo quien tiene duda de quien es mejor mujer- respondió Ricardo molesto. Monserrat estaba apunto de responder y ahora Ricardo fue quien la interrumpió. -Mi clase está por comenzar, te veo después, cuando estemos más tranquilos- dijo el chico quien después caminó rápidamente por el corredor...

En el hospital aun había mucha tensión. -¡Disculpe señorita! Quiero saber que sucede porque mi hija necesita sangre y aun no nos entregan los resultados de los estudios para saber si mi marido o yo podemos ser donadores- preguntó Andrea desesperada a una enfermera. -Permítame un segundo por favor, en un momento consigo sus resultados- dijo cortésmente la enfermera quien desapareció por el pasillo unos minutos después. Las puertas del elevador se abrieron y apareció en el pasillo una mujer. Andrea y Luis la miraron como si fuera alguien conocida,  pero no pensaban que fuera quien ellos creían. La mujer se acercó a ellos y les habló cordialmente. -¡Andrea!¡Luis! ¡Cuántos años! Lamento mucho lo que le sucedió a Aurora- dijo Bianca al estar a escasos centímetros de ellos. -¿Bianca? ¡Qué coincidencia encontrarte aquí! ¿Cómo te enteraste de Aurora?- dijo Luis sorprendido. -No es ninguna coincidencia Luis, verás, cuando Andrea llamó a La Academia para avisar la tragedia que había sucedido la mayoría de profesores nos enteramos- explicó Bianca sonriente. -¿Tú eres profesora de La Academia? Aurora nunca me ha contado de ti- preguntó Andrea extrañada. -Así es- afirmó Bianca. -Y quiero que sepan que cuentan con todo nuestro apoyo; aunque no lo crean, Aurora y yo comenzamos a tener una muy buena relación y me comentó de los problemas económicos por los que estaban pasando, así que por el dinero no se preocupen, La Academia se hará cargo de los gastos- explicó Bianca. -Un momento ¿Me estás diciendo que Aurora no me contaba siquiera de sus profesores? ¿Pero qué a ti te contaba toda su vida?- preguntó Andrea histérica.
-Vamos cariño eso no importa ahora; muchas gracias por el apoyo Bianca, prometo que pagaremos cada peso que nos presten- respondió Luis a la oferta. -No te preocupes Luis, como te dije, es una atención de La Academia en apoyo a Aurora y a ustedes- dijo Bianca muy tranquila. -De acuerdo, aunque me gustaría de alguna manera devolverles el favor- insistió Luis; Andrea aun miraba desconfiada a Bianca. -De eso hablaremos después, por ahora es importante que Aurora se recupere- alentó Bianca, quien unos minutos después se marchó del hospital no sin antes prometer regresar. -Señora aquí tiene sus resultados- dijo la enfermera a Andrea mientras entregaba un par de sobres. Andrea dio el sobre correspondiente a Luis y abrió el suyo. -Incompatible- dijo Andrea devastada. -¿Qué haremos ahora?- preguntó Andrea desesperada al borde del llanto. Luis la miró y sin decir nada enseñó el resultado a su esposa. Andrea leyó detenidamente una y otra vez. -Eres compatible Luis; no puede ser posible- dijo Andrea atónita. -Supongo que no debes porque estar desesperada, buscaré al doctor para que la donación se haga cuanto antes- dijo Luis convencido. -¡Luis! Es que tu no eres su... Luis el mejor padre, el mejor esposo, te amo- dijo Andrea mientras lo abrazaba. -A pesar de todo Aurora es mi hija, esto es una prueba más de que no debemos llevar la misma sangre para estar conectados- dijo Luis mientras respondía al abrazo de su esposa...

Y así, poco a poco los días comenzaron a traer consigo mejores noticias; había pasado apenas una semana del accidente y Greta ya había sido dada de alta; con la promesa de jamás beber una gota de alcohol.  Aurora se recuperaba a pasos agigantados, si seguía así pronto podría salir del hospital. Bianca la visitaba frecuentemente y en cada visita, entregaba un jugoso cheque para saldar la cuenta del hospital.

Con la inminente mejoría de las chicas, la vida de sus familiares y amigos comenzó a retomar su curso. Miguel había optado por no regresar a la agencia a pesar de los deseos de su padre. Ricardo aun estaba un poco molesto con Monserrat, no hablaban desde aquel día que discutieron. Ese mismo día, el chico buscó entre toda sus cosas hasta encontrar aquel obsequio que Natalia le había dado dos semanas atrás. Lo encontró bajo un montón de ropa desacomodada. Tomó el pequeño regalo en sus manos y lo abrió. Era un librillo pero era bastante curioso; en cada hoja tenía fotografías muy similares, de modo que al hojearlo rápidamente creaba una historia con movimiento acerca de un chico solitario en una gran ciudad que, al final del pequeño libro encontraba a su enamorada. Ricardo lo hojeaba rápidamente una y otra vez, estaba encantado con tal obra de arte; agradeció a Natalia hasta hartarse, pero la chica demostraba la falta de importancia que tenía dicho suceso...

 -Ya no aguanto estar en esta cama- dijo Aurora a Bianca quien la visitaba aquella tarde. -Estás apunto de recuperarte, aguanta un poco más- dijo Bianca mientras acariciaba el cabello de la chica. -Pero yo ya me siento perfecta, necesito bailar, mis piernas me lo piden- dijo Aurora desesperada. -Verás que muy pronto podrás hacerlo; por cierto, creo que después de esto no es pertinente que vuelvas a "Venecia"- aconsejó Bianca muy decidida. -Creo que tienes razón; pero si no fuera por ti, tal vez yo estaría muerta, así que trabajaré en "Venecia" lo que sea necesario para pagarte cada peso- respondió Aurora.-Por favor Aurora, no debes pagarme; te confesé que era yo quien estaba cubriendo los gastos y no La Academia, porque creí que así no de sentirías comprometida y sucedió exactamente lo contrario- dijo Bianca inconforme.
-Discúlpame Bianca, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Te propongo algo, trabajo lo que sea suficiente para pagarte y una vez que te haya pagado me voy para siempre de "Venecia" ¿Qué te parece?- propuso Aurora persuasivamente. -Tendrías que trabajar más de un año- mencionó Bianca intentando hacer cambiar de opinión a la chica. -No le veo problema alguno ¡Por favor! No es que anhele trabajar ahí, pero debo hacerme responsable de mis actos y de sus consecuencias, déjame trabajar en "Venecia"- suplicó Aurora, quien a pesar de no tener el mínimo deseo de seguir trabajando ahí, creía que seria la única manera de pagar lo que Bianca había gastado en ella. Bianca estaba apunto de replicar cuando Andrea entró a la habitación. -Bianca si no te molesta, quiero hablar con mi hija- dijo Andra sutilmente corriendo a Bianca, quien no le inspiraba nada de confianza...

Una vez más, la ciudad se comenzaba a llenar de aroma navideño; una época llena de amor y unión familiar. A principios de diciembre Aurora salió del hospital totalmente recuperada. Sin embargo, no podría volver a La Academia hasta después de las vacaciones de invierno.

Por su parte, Miguel, Ricardo, Natalia y Greta terminaban su primer semestre en la universidad y se encontraban realmente emocionados por ello. El último día de clases en la universidad el grupo de amigos conversaba acerca de las últimas evaluaciones del semestre. -Creo que si los profesores no me hubieran ayudado hubiera reprobado todas las materias- comentaba Greta a sus amigos.-Vamos Greta estas últimas semanas te esforzaste bastante para librar el semestre y nos consta- alentó Miguel, quien desde el accidente había mejorado cordialmente la relación con la chica. Natalia hablaba de unos cuantos proyectos que parecía no interesarle a ninguno de sus amigos; sólo a Ricardo, quien desde el incidente con el obsequio se portaba exageradamente amable con la chica; sin embargo alguien interrumpió su atención jalándolo del brazo. -No quería irme de vacaciones sin antes darte algo- dijo Monserrat decidida.-¿A qué te refieres?- preguntó Ricardo sorprendido. -A esto- dijo Monserrat quien inmediatamente después abrazó al chico por el cuello y lo besó apasionadamente. Fue un beso largo y candente. -Monserrat, creía que nos habíamos dado un tiempo, es más creí que ya no eramos nada- rectificó Ricardo impresionado. -Nunca dije No- respondió Monserrat sin sentido alguno, pero a la vez haciéndole entender al chico que deseaba seguir con él...

-¿Saben algo?- dijo Aurora mientras sus padres adornaban el apartamento con los mismos adornos navideños con los que adornaban su antiguo hogar. -Extraño nuestra casa, el jardín, la cocina, su estudio, el gran árbol de la sala- completó la chica mientras colgaba un par de esferas. -Creéme que no eres la única cielo, pero agradezco de verdad que estemos juntos nuevamente; extrañaba mucho más a mi familia- confesó Andrea. Luis se acercó a ella y besó su cabeza. -Ya verán que pronto la recuperaremos, es una promesa- dijo Luis sinceramente...

Por fin Darío había decidido después de tanto tiempo afrontar la inestable situación con Eva, había pasado ya más de un mes desde aquella cena donde terminaron besándose. Aquel día, después de recoger a Leonel del colegio, se armó de valor. -Hola Eva ¿Te molestaría ir a dar una vuelta conmigo?- preguntó Darío nervioso. -Por supuesto que no, sólo avisaré a Leonel y nos vamos- respondió Eva cordialmente. Comenzaron a caminar por las calles cercanas platicando de temas sin relevancia. -Verás, si quise verte es porque creo que es necesario que hablemos de lo que pasó la noche del cumpleaños de Ricardo- confesó Darío mientras esperaban la luz verde del semáforo. -¡Vaya! Lo había olvidado, han pasado semanas- fingió Eva. -Sólo quiero que sepas que estoy aquí y aquí estaré para lo que necesites, para cuando estés lista- dijo Darío sinceramente. Eva suspiró.- Darío, estoy lista, y voy a necesitar mucho de tu apoyo- dijo Eva seriamente. -¿De verdad? Me da gusto escucharte, juntos podremos comenzar de nuevo...- Eva interrumpió al ilusionado Darío. -No Darío, creo que no me expliqué bien, hablé hace un par de días con Patrick; está preparando una exposición y quiere que sea su colaboradora; debemos tomar fotografías alrededor de todo el mundo- explicó Eva sutilmente. -No entiendo ¿Te irás por el mundo con Patrick? ¿Sólo así?- preguntó Darío consternado. -Es una oportunidad invaluable, sabes que amo la fotografía tanto como tu, además ganaré mucho dinero, con el cual podría no volver a trabajar en años, y debido a mi situación eso ma caería perfecto- respondió Eva intentando justificarse. -¿Me estás diciendo que dejarás a tus hijos sólo por tu pasión a la fotografía? ¿Qué pasará con ellos?- Darío aun no digería la noticia. -Ya no son unos niños, pronto harán sus vidas ¿Y si jamás se vuelve a presentar una oportunidad cómo esta? No quiero arrepentirme lo que me quede de vida; creo que es turno de que te hagas cargo de ellos- explicó Eva. -No logro entenderte ¿Cuánto tiempo dura su expedición?- preguntó por último Darío. Eva no quería responder sabía que a su exmarido no le iba a parecer para nada la cifra, finalmente dijo -De un año y medio a dos años; me iría a principios del próximo- Darío la miró.-Si es lo que quieres no te voy a detener, pero piensa en tus hijos, en tu vida, en lo que puedes ganar y perder aceptando esa propuesta- dijo seriamente; aunque una vez más la esperanza de reconciliación se desvanecía. Caminaron de regreso al apartamento de Eva sin decir una palabra...

Cada familia, a su manera celebró la cena de Navidad. Greta bebió un trago, aunque logró controlar su afición por la bebida,  y sus padres se asustaron un poco. Andrea y Luis dejaron las preocupaciones y celebraban juntos la vida de su hija y de su familia; Sofía se complacía de ver nuevamente a Carolina, quien había regresado de París un par de semanas, la familia nuevamente completa; Miguel esperaba que su madre fuera sincera con ella misma y aclarara todo el desorden con Fausto, de momento celebraban juntos. Darío celebró de la manera más extraña posible, feliz porque después de años pasaba una Navidad con Eva y sus hijos en la misma mesa; a la vez devastado por la inminente partida de Eva... Así era aquella Navidad, llena de expectativas, incógnitas y esperanzas...

Es inevitable tropezar; a lo largo de nuestra vida cometemos errores o tomamos decisiones que nos llevan a fuertes caídas y sufrimos... Perdemos sentido alguno de la vida, dejamos atrás toda esperanza de levantarnos... Lo bueno de tropezar, es la interesante oportunidad que nos da la vida de volver a levantarnos y al igual que el fénix de las cenizas... Renacer...

Sin embargo, somos humanos, cometemos errores y se supone que aprendemos de ellos; no obstante así como renacemos, tenemos la extraña costumbre de mirar los errores pasados y, como si no los hubiéramos vivido... Recaer...