martes, febrero 15, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 8: Irónico

Un vestido blanco, un pulcro traje negro; un clima perfecto, un regocijo entre todos los invitados. Era el día de la boda de Carolina y Alberto...

Es irónico que te propongan matrimonio porque hay un bebé en camino, es más irónico perder al bebé y seguir con planes de boda, pero es aun más irónico pensar justo cinco minutos antes de la boda si estas haciendo lo correcto...
Cinco meses antes de la boda:
Alberto esperaba impaciente que sus padres llegaran a casa; debía comunicarles la noticia. Fue a medio día cuando Carolina comunicó a su novio su inesperado embarazo. Alberto recibió la noticia con total desconcierto; no obstante, apoyó totalmente a Carolina. Por un momento el chico pensó en aquellos momentos que había vivido unos días antes con su novia; no era la primera vez que estaban juntos. Alberto y Carolina eran la clase de pareja que de niños eran grandes amigos, y que con el tiempo esa entrañable amistad se había coonvertido en amor. Se conocían muy bien, por tanto, Alberto sabía que Carolina sería incapaz de mentirle. Así que jamás dudo de ella ni de su paternidad. Se escuchó el girar de la perilla de la puerta. Había llegado el momento, Flora y Paulo habían cruzado la puerta y aparecieron en el recibidor de la casa. -Mamá, papá. Que bueno que llegaron- saludó Alberto bastante nervioso.      
 -¿Qué pasa Alberto? te noto un poco pálido- preguntó Flora preocupada.
-No se como vayan a tomar lo que les voy a decir- dijo Alberto realmente asustado.          -Vamos Alberto, nos estás asustando- dijo Paulo tomando el hombro de su hijo. La puerta se volvió a abrir. Era Greta, se sorprendió al ver a sus padres, su plan era llegar antes que ellos, la chica olía bastante a alcohol y a cigarro. -Hola a todos- dijo la chica sonriendo y saludando con la mano. Su ebriedad se notaba al caminar. -¡Greta estás borracha!- exclamó Flora sorprendida. -Mamá, tranquila, solo bebí un par de refrescos- dijo Greta barriendo un poco la voz. -No puede ser posible Greta, debes aprender a controlarte- comentó Paulo a su hija. -¿¡Qué no comprenden!? ¡Ya no soy una niña!- gritó Greta intentando subir las escaleras. -Le ayudaré a subir- dijo Paulo olvidando completamente que Alberto intentaba decir algo. -Intentaba hablar con mis papás, gracias por ser otra vez la protagonista- dijo Alberto a su hermana un poco molesto. -¿Tú? ¿Hablar con ellos? Claro, si yo soy la protagonista tu eres el hijo perfecto que mostrará sus inmejorables calificaciones- contestó Greta ofendida. -¡Basta Greta!- dijo Paulo mientras la tomaba del brazo y le ayudaba a subir. -¡No soy hijo perfecto! ¡¿Crees que un hijo perfecto embarazaría a su novia?!- gritó Alberto mientras Greta terminaba de subir con ayuda de su padre. La chica estaba apunto de replicar y enmudeció. Todos lo hicieron. Sus miradas estaban fijas en Alberto. -Vaya, es eso lo que te preocupa, ven aquí- dijo Flora abrazando a su hijo. -Amo a Carolina, quiero tener a ese bebé, pero no estoy listo; tenía tantos proyectos- confesó Alberto a su madre. Paulo había bajado rápidamente para incorporarse a la conversación.   -Sabes que debes cumplir con tu responsabilidad como padre, pero no es una obligación que te cases con Carolina- dijo Flora a Alberto mientras acariciaba su cabeza. -No quiero abandonarla- dijo Alberto. -Tienes dos caminos. El correcto y el fácil. Hazte responsable y forma una familia o contempla a tu hijo como un gasto más por los próximos veinte años- explicó Paulo. Greta intentó hablar; pero al hacerlo tuvo que correr al baño. Cuando la chica desapareció por el pasillo Alberto decidió -Me casaré con ella- dijo el chico mientras levantaba su rostro del regazo de su madre. -¿Estás seguro Alberto?- preguntó Flora incrédula. -Y no lo hago por obligación; de verdad, quiero hacerlo- explicó Alberto con coraje y seguridad. -Hijo, eres un gran hombre- alentó Paulo mientras abrazaba a Alberto.

Cinco semanas antes de la boda:
Carolina podía sentir la ausencia de su bebé en el vientre. Llevaba apenas un par de días en casa y ya había empacado todo lo que había comprado para su pequeño. Aun lloraba de tristeza, sabía que sería algo difícil de superar. La relación con Alberto ya no era como antes. Incluso Carolina sentía un tinte de lástima y compasión por parte de su prometido. La chica empezó a tener pensamientos extraños dudando incluso si amaba en verdad a Alberto.

Con el paso de los días dichos pensamientos desaparecieron y siguió, sin muchos ánimos, preparando su boda. Realmente ya no le interesaba como antes; prácticamente Flora tomaba todas las decisiones en cuanto al menú, la orquesta y los invitados...

Por aquellos días Greta y Ricardo hicieron un trato; la chica le presentaría a Monserrat a su amigo, siempre y cuando Ricardo le consiguiera una cita con Miguel...

Una semana después de que Carolina regresara del hospital; sufrió otra pérdida...Siempre que Natalia llegaba a casa revisaba el buzón; aquel día encontró una carta para su hermana Carolina. La chica revisó el remitente y se cuestionó si sería pertinente mostrársela a su hermana. Guiada por su constante honestidad, Natalia decidió darle a su hermana la carta. -¡Hola Caro! ¿Cómo estás?- preguntó alegre Natalia al entrar a la habitación de su hermana. Carolina no respondió. -¿Recuerdas tu solicitud de beca para estudiar moda en París?- preguntó Natalia para generar interés en su hermana. Carolina miró a su hermana.    
-Claro que la recuerdo, pero no creo haber ganado la beca; además, da igual si la gané o no, si mal no recuerdo, el curso comienza cinco días después de la boda- explicó Carolina a su hermana. -Pues, puedes averiguarlo tu misma- dijo Natalia con una sonrisa mientras estiraba su mano con el sobre. Carolina abrió la carta y leyó rápidamente, pasados unos minutos arrugó un poco la carta y miró a su hermana. -¿Y?- preguntó Natalia. -Me aceptaron Natalia, ¡Me aceptaron!- dijo Carolina emocionada, después de varios días una sonrisa apareció en su rostro. Natalia abrazó a su hermana y ambas sonrieron. -Sólo tengo un problema, como lo pensé el curso comienza cinco días después de la boda- dijo Carolina revisando la fecha en la carta. -Vamos Carolina, es lo que siempre has soñado, veremos como, pero no puedes dejar pasar esta oportunidad- alentó Natalia a su hermana. -Dudo que podamos hacer mucho, voy a casarme Natalia, tendré una vida en común con Alberto, no puedo irme a los cinco días de casados- dijo Carolina seriamente. -Por favor no digas a nadie acerca de la beca. Supongo que mi destino es comenzar mi vida con Alberto- comentó Carolina resignada mientras guardaba la carta en un cajón.

Cinco días antes de la boda:
Después de casi un mes, la tan esperada cita de Greta con Miguel había llegado. Ricardo y Greta "acordaron" que para que las cosas funcionaran mejor, harían una cita doble. A Ricardo le costó bastante trabajo convencer a su amigo Miguel para que asistiera a la cita. -Vamos Miguel, por favor, quiero conocer a Monserrat- imploró unos días antes Ricardo. -Es que... Greta es... Digamos, no es mi tipo, es más tiende a desesperarme- confesó Miguel a su amigo. -¡Vamos Miguel! Has salido con docenas de chicas que tienden a desesperarte- dijo Ricardo en tono de broma. -Lo sé, pero es que Greta no me simpatiza en lo más mínimo- respondió Miguel. -¿Es tu ultima palabra?- preguntó Ricardo desilusionado después de un par de minutos. -¡Está bien! Pero sólo aceptaré si hacemos una cita doble- accedió Miguel.

La cita dio lugar en una bella cafetería al aire libre un día después de clases. Greta se esmeró un poco más en su arreglo aquel día, realmente lucía radiante. Y Ricardo tan pulcro, tan elocuente, tan caballeroso, listo para dar una gran primera impresión a Monserrat. Se realizaron las presentaciones pertinentes y tomaron asiento en una mesita casi al fondo. -Así que también estudias periodismo- comentó Miguel para abrir tema de conversación. -Creo que eso quedó claro cuando Greta dijo que era una compañera de clase- respondió sarcásticamente Monserrat con una sonrisa. -Claro, lo siento, verás, no suelo distraerme pero ante tu belleza es imposible no hacerlo- dijo Miguel cortésmente. Ricardo aniquiló a su amigo con la mirada, y Greta miró a Ricardo con una cara de descontento e inconformidad. Pidieron de comer, un par de cafés y siguieron platicando. A pesar de la personalidad de donjuán de Miguel, Ricardo había logrado entrar a la conversación con Monserrat. Greta era la única sin conversar, raramente se escuchaba su voz y la chica comenzaba a aburrirse. -Así que tu papá es fotógrafo, que interesante- exclamó Monserrat. -Así es y cuando quieras te enseño todos sus álbumes, ha montado exposiciones espectaculares- presumió Ricardo. -Realmente me encantaría- respondió Monserrat con esa sonrisa en su rostro...

Comenzaba a anochecer y la plática entre Ricardo y Monserrat se había tornado más dinámica y estrecha. Greta jugaba con su teléfono móvil y Miguel miraba a todos lados impaciente, de repente comentaba algo. Monserrat se levantó al baño y Greta aprovechó para quejarse. -Pensé que vendría a una cita doble, no a contemplar como cortejabas a Monserrat- dijo la chica a Ricardo. -Lo siento, pero no era mi intención, pensé que tu y Miguel podrían pasarla bien- se excusó Ricardo. -¿Realmente pensabas eso?- preguntó Miguel a su amigo, no había entendido que era una pequeña mentira para tranquilizar a Greta. -Bueno... Algo así- respondió Ricardo. -Es un hecho que no lo pensabas, yo me voy de aquí- dijo Greta en tono molesto mientras se levantaba. -Yo también tengo que irme, entro a trabajar en media hora- dijo Miguel; Greta ya había caminado a la salida del lugar. -Perdón Ricardo, pero te dije que esto no funcionaría, yo jamás podría interesarme en alguien como Greta- dijo Miguel disculpándose con su amigo, sin embargo, el chico no había notado que Greta había vuelto por su teléfono móvil que había olvidado en la mesa y estaba justo parada detrás de él. Greta no dijo nada, tomó su teléfono y salió corriendo mientras por su rostro corrían un par de lágrimas. Miguel intentó alcanzarla pero al salir no pudo verla. Todo fue tan rápido que Monserrat apenas regresaba del baño. -Creo que nos quedamos solos- dijo Ricardo mientras la chica se acercaba. -Yo no tengo ningún inconveniente- dijo Monserrat acariciando el brazo de Ricardo...

Cinco horas antes de la boda:
-No puedo creer que Miguel haya dicho esa grosería, cuantas veces te lo he dicho, es un maleducado y corriente- dijo Aurora a su amiga Greta. Ambas se arreglaban para la boda de Carolina y Alberto, que tendría lugar en unas horas.- Lo sé amiga, pero es que no puedo evitarlo, es tan sexy- dijo Greta como pensando en él. -¡Basta ya Greta! Después de lo que te hizo y sigues así ¡No puede ser!- exclamó Aurora. -Tienes razón amiga, creo que es hora de darle vuelta a la página- respondió Greta sinceramente. -Espero así lo hagas ¿Podrías darme los broches que están en mi maleta?- pidió Aurora mientras se veía en el espejo. Greta abrió la maleta y buscó los broches, sin embargo encontró una rubia peluca primero. -¿Qué es esto?- preguntó Greta levantando la peluca en su mano. Aurora miró a través del espejo y se tensó de momento. -¡NADA! ¡Es para... Para, un musical de la escuela!- dijo Aurora alterada mientras le arrebataba la peluca a su amiga...

En casa de Sofía todos estaban de arriba para abajo. El estilista acababa de llegar y comenzaba a cepillar el cabello de la novia. Sofía entró en la habitación. -No puedo creer que haya llegado el día de tu boda; todo fue tan pronto- dijo Sofía tomando la mano de su hija. La chica parecía concentrada, estaba ausente, sólo mirando su reflejo en el espejo.   -Sabes, estás apunto de cumplir uno de los mejores sueños que una mujer puede tener- Continuó Sofía. -Mamá dijiste "uno de los mejores" ¿Cuál es el mejor entonces?- preguntó Carolina mientras su cabeza se movía por el jalar del cepillo. -No lo sé; en cada mujer es diferente, en algunas puede ser casarse con el amor de su vida, otras creen que no hay mejor dicha que ser madre, unas más piensan que lo mejor de la vida es triunfar profesionalmente; y unas más tienen la loca idea de que los tres sueños son mejores por igual - explicó Sofía. -¿Así como tu verdad? Tu crees que los tres son mejores por igual; yo aun no logro descubrirlo- replicó Carolina desilusionada. -Tal vez aun no lo descubras, por ahora lo que hagas hazlo con amor, y nunca dejes de luchar por tus sueños- aconsejó Sofía a su hija; después besó su frente y se marchó.

Un par de horas después Alberto se observaba frente al espejo. Realmente lucía guapísimo. Pensaba en como sería su vida de ahora en adelante; hace unas semanas había alquilado un apartamento amueblado, ahí viviría con Carolina después de regresar de la luna de miel. Sentía gran pavor por como cambiaría su vida, lo invadía la idea de despertar a la mañana siguiente. Paulo sacó a su hijo de sus pensamientos. -Esa corbata está un poco chueca- dijo Paulo comenzando a acomodar la corbata de su hijo. -Nunca logro que queden perfectas- se excusó Alberto. -Creo que como futuro doctor deberías hacerlo- dijo Paulo refiriéndose al nudo de la corbata. -Papá ¿Crees que después de esto pueda terminar mis estudios? Mi vida cambiará mucho, tal vez no pueda convertirme en el doctor que siempre quisiste como hijo- preguntó Alberto sinceramente. -No veo porque no puedas terminar tus estudios en medicina; y aunque no lo hagas, casarte con Carolina y aun después de la pérdida del bebé, es un acto que sólo haría el hombre que siempre quise tener como hijo- respondió Paulo, quien después abrazó fuertemente a su hijo...

-¡Te dije que te cortaras ese cabello!- gritó Sofía a Miguel al ver contrastar semejante cabellera con el elegante traje. -Revisa como va tu hermana, ¡Vamos es tarde!- ordenó Sofía nerviosa a su hijo. Natalia ayudaba a su hermana con los últimos detalles, Miguel entró en la habitación. -Mujeres, siempre tardan siglos, ¡Apresúrense!- dijo Miguel desde la puerta. Carolina no dijo nada, sólo miró a su hermano a los ojos, como si fuera la última vez que lo veía. -¿Qué pasa Caro? Nunca hemos sido de los gemelos que sienten cuando el otro está triste y cosas así, pero algo me dice que no estás del todo feliz- dijo Miguel, aunque parecía que otra persona hablaba por él. -Es sólo que, voy a extrañarlos- contestó Carolina melancólica. -A nosotros y a tu beca en París- completó Natalia mientras acomodaba el vestido de su hermana. -¡¿Beca en París?! ¿Te admitieron? ¿¡Y aun así te vas a casar!?- preguntó Miguel sorprendido. Carolina solo asintió con la cabeza. -Yo no estaría tan resignado, pero en fin, ¿Lista? Si no bajo contigo del brazo mamá va a matarme- dijo Miguel tomando a su hermana de la mano...

Cinco minutos antes de la boda:
En esta ocasión; a diferencia de todas las bodas, la novia llegó primero, el día era hermoso, el sol brillaba en el horizonte, estaba apunto de ocultarse. Carolina bajó del auto y espero la llegada de Alberto en el patio de la iglesia. Todos los invitados esperaban afuera, riendo, platicando, rebozando felicidad...

El momento había llegado, Alberto y su familia llegaron. El chico descendió del automóvil y buscó a Carolina, quería preguntarle algo antes de la ceremonia. -Se supone que no debes ver a la novia hasta que entre a la iglesia- respondió Franco cuando Alberto le preguntó por Carolina. Decidido a entrar a la iglesia alguien lo llamó discretamente. -Está por aquí- dijo Natalia sigilosamente y lo guió hasta el patio donde Carolina esperaba.

-Carolina- dijo Alberto mientras corría a abrazarla. -Te ves hermosa- aduló el chico. Carolina agradeció con una sonrisa. -Supongo que llegó el momento- dijo. -Creo que si, pero antes quería preguntarte algo- dijo Alberto temiendo hacer lo correcto. -Adelante, pregunta lo que quieras- dijo la Carolina. -Debes prometerme que responderás únicamente con la verdad- pidió el chico. -Vamos Alberto, el sacerdote está por llegar- apuró Carolina. -¡Promételo!- imploró el chico. -¡De acuerdo! ¡Pregunta!- exigió Carolina bastante nerviosa. -Aquí voy- Alberto aclaró su garganta. -Es... ¿Es esto lo que de verdad deseas? Es decir ¿Casarnos? ¿De verdad es lo qué te haría más feliz ahora?- preguntó por fin el chico. Carolina lo miró fijamente asustada. -Alberto, ya estamos aquí, no podemos dar marcha atrás, nos están esperando- respondió Carolina razonablemente. -Sólo responde, sí o no- exigió Alberto...

Cinco días después de la boda:
Carolina desempacaba, sabía que había tomado la decisión correcta. Y estaba feliz de haberlo hecho...

Mientras, Alberto terminaba de recoger sus últimas pertenencias de casa de sus padres, el miedo por lo que sería de su vida después del día de la boda aun estaba latente, pero lo enfrentaba valientemente...

La boda:

Alberto entró a la iglesia, todos los invitados esperaban la llegada de los novios. El sacerdote sonrió al chico quien se paró en frente de él. La orquesta comenzó a tocar la marcha nupcial y Carolina entró del brazo de Franco, tan bella, tan radiante. Franco entregó a su hija. Alberto la tomó de la mano. El sacerdote iba a comenzar y Alberto le hizo una señal para que se acercara. El chico le dijo algo al oído y el sacerdote quedó boquiabierto. Alberto miró a Carolina, ambos se sonrieron y tomados de la mano, corrieron a la puerta de la iglesia. Todos los invitados se pusieron de pie, comenzaron los murmullos, algunos siguieron a los novios.

Cuando la mayoría de los invitados había salido, Carolina y Alberto habían desaparecido. Miguel y Natalia se sonrieron y comenzaron a aplaudir, Ricardo aplaudió junto con su amigo; Flora se unió a los aplausos, pronto muchos aplaudían, incluyendo a Sofía y Franco. Paulo estaba furioso y pese al bello clima una tormenta comenzó a caer y todos comenzaron a correr...

En la entrada de casa de Sofía estaban Carolina y Alberto. -Gracias por todo Alberto- dijo Carolina sinceramente. -Gracias a ti, ahora, es momento de ir a buscar nuestra felicidad- respondió el chico. -A pesar de lo que diga tu padre, eres un gran hombre- dijo la chica y abrazó a Alberto bajo la lluvia, se despidió de él y entró a la casa...

Carolina aceptó la beca y se marchó a estudiar moda a París. Paulo estaba realmente molesto con la escapada de su hijo; corrió a Alberto de casa y a pesar de que Flora estaba totalmente en contra, el chico decidió mudarse al apartamento que había alquilado para vivir con Carolina. No sabían si se amaban, no sabían si en un futuro podrían estar juntos o incluso casarse; sólo sabían que en ese momento, sus sueños eran otros, y que él tiempo les daría todas las respuestas...

Es Irónico que llueva el día de tu boda; es más irónico que tu boda sea cancelada, pero es aun más irónico que estés feliz por ello...
 

sábado, febrero 12, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 7: Vergüenza

Todos tenemos un poco de vergüenza; a lo largo de nuestras vidas pasamos por diversos momentos vergonzosos; como el miedo a hablar en público, caer en frente de varias personas o simplemente la vergüenza que sentimos al equivocarnos; así es, todos pasamos por momentos vergonzosos; que si no existieran, no nos ayudarían a mejorar día con día...

Había una zona en la ciudad que se asemejaba bastante a la época parisina donde los burdeles y espectáculos de bajo mundo se encontraban en cada esquina; claro que, en estos días los burdeles habían pasado a ser clubes para caballeros; bares y centros nocturnos. Si caminabas a la luz del día por aquella avenida, podías encontrar una antigua fachada color ladrillo que pudo bien haber sido un mansión del siglo XIX; sin embargo; al anochecer ese lugar se convertía en un lugar bastante peculiar llamado "Venecia"...



Para el viernes, Andrea y Aurora habían terminado de mudarse, su nuevo apartamento era bastante reducido; tuvieron que ocupar una habitación para guardar todas las cajas que no pudieron ser desempacadas. Andrea había comenzado a buscar trabajo como profesora de música y Aurora tenía incertidumbre acerca de el empleo que su profesora le ofrecería. Y así, aquel viernes después de clases Aurora esperaba a la maestra Bianca. Comenzaba a oscurecer cuando Bianca salió en su automóvil y bajó la ventana para indicarle a Aurora que subiera. A la chica no le daba muy buena espina, pero creía que debía subir al auto y confiar en que la propuesta de su maestra fuera justo lo que necesitaba para ayudar a sus padres. -Vamos, es tarde- dijo Bianca impaciente. Decididamente Aurora abrió la puerta y subió al automóvil. -¿Me puede decir adónde vamos?- preguntó Aurora educadamente. -Pronto lo sabrás, pero antes de que lleguemos debes prometerme algo, aceptes o no aceptes mi propuesta de trabajo no deberás hablar con nadie acerca del lugar al que iremos ¿Entendido?- explicó Bianca seriamente. Aurora se atemorizó aun más; tanto que sintió la necesidad de bajar del auto instantáneamente. -Creo que será mejor ir a casa- dijo Aurora poniendo la mano sobre la manija de la puerta. Bianca detuvo el automóvil. -Adelante, sólo quiero que sepas que no todos los días aparecen oportunidades así; conozco tu talento y sé que eres una gran bailarina, puedes hacer grandes cosas, pero si no quieres seguir estoy de acuerdo- dijo Bianca decidida. Aurora se detuvo un poco a pensar. Había logrado entender que el empleo era relativo a la danza y decidió esperar un poco más. -De acuerdo, sigamos, y está bien, no hablaré con nadie de esto- dijo Aurora esperando estar haciendo lo correcto.

Pasados unos minutos el automóvil se detuvo frente a una fachada que parecía solitaria. Un hombre abrió la puerta a Bianca y ella le entregó la llave. -Vamos- dijo Bianca. Aurora bajó del automóvil y caminó junto a su maestra. Las puertas se abrieron y Aurora quedó impresionada con lo que dicha mansión ocultaba en su interior. Paredes color vino y luz tenue, montones de mesas con pequeñas lamparillas, del lado izquierdo una barra de bar y del lado derecho una escalera en forma de caracol. -Bienvenida a "Venecia"- dijo Bianca con una sonrisa en el rostro. -Algunos lo llaman cabaret, otros club y los más antipáticos le dicen prostíbulo; pero no, Venecia no es nada de eso- explicó Bianca. Aurora estaba impresionada ya que el lugar era realmente hermoso. -Venecia es un centro de espectáculos para caballeros, donde vienen a saciar su erotismo de una manera distinta, no hay contacto, no ponen billetes en tu ropa interior, simplemente disfrutan el espectáculo- explicó Bianca. -No logro entender- dijo Aurora extrañada. -Lo sé, por eso preparé una función especial para ti- indicó Bianca, quien dio una señal al hombre que estaba en el escenario. Al instante las luces se apagaron y Bianca invitó a Aurora a sentarse. En el escenario comenzó el espectáculo, un grupo de bailarinas en diminuta y sensual ropa bailaban al ritmo de la música; realmente eran hermosas, y muy talentosas; después de unos cuarenta minutos y varios cambios de ropa terminó el espectáculo; había sido un espectáculo similar a una obra de teatro musical, con matices sensuales y extravagantes. Las luces se volvieron a encender. -Comprendes ahora que no es un burdel cualquiera, y te preguntarás que tipo de hombre quisiera sólo ver bailar a un grupo de chicas- cuestionó Bianca. -Verás que hay caballeros que aun entienden que las mujeres no somos un objeto o un trozo de carne- explicó Bianca cuando mostró la lista de reservaciones casi llena.

-Maestra Bianca ¿Pretende usted que baile semidesnuda en frente de los hombres?- preguntó Bianca a pesar de ya saber la respuesta. -Antes que nada aquí nadie me llama Bianca, todos me conocen como Madame Parel y lo único que quiero es ayudarte; por un lado aprenderás muchísimo como bailarina; nunca has actuado en un público real, te desenvolverás magníficamente, además créeme, puedes ganar mucho dinero- Bianca había dado en el gancho; el dinero. Aurora siguió escuchando a Bianca, pero aun no estaba segura, sabía que no era un buen empleo. -Por último debes saber dos cosas, si quieres que nuestros invitados no tengan un trato más cercano contigo, no debes subir a la planta alta; además para protegerte debemos crearte un personaje. Vamos, déjame ayudarte- dijo Bianca sinceramente. -Aun no hablamos del sueldo- dijo Aurora apunto de rechazar la oferta. -Claro, lo olvidaba. ¿Recuerdas el pago mensual de la Academia? digamos que podrías pagarlo con unas tres semanas de trabajo- tentó Bianca, sabía que era una oferta alta; pero Aurora era realmente talentosa y bonita, bien valía el precio. Al escuchar esto Aurora se impresionó bastante; era un sueldo que nadie le había ofrecido. -Sólo vendré los fines de semana y no quiero ningún tipo de contacto con ningún hombre- ofertó Aurora mostrando seguridad, aunque por dentro el miedo la invadía. -Trato hecho- dijo Bianca al momento que estrechaba su mano con la de Aurora...

Ahora que Sofía manejaba la campaña política de Fausto, pasaban bastante tiempo juntos, casi diario Fausto asistía a la oficina de Sofía y platicaban de todo menos de la campaña. Ese viernes Fausto se atrevió a hacer una invitación a Sofía. -Llevamos una semana intentando hablar de la campaña y se nos va el tiempo conversando en otras cosas, porque no comemos juntos y hablamos de tu plan de trabajo- dijo Fausto unos minutos antes de marcharse. -Te lo agradezco Fausto pero mi esposo y mis hijos me esperan a comer en casa- se disculpó Sofía. -Vamos, por un día que no vayas a comer a casa no pasa nada; además no me has presentado tus propuestas, y no quisiera cambiar a otra agencia por falta de resultados- dijo Fausto en cierto tono de seriedad y broma; sarcástico pero directo. -De acuerdo de acuerdo, llamaré a casa, dame un minuto- dijo Sofía de mal modo, aunque en el fondo no le molestaba del todo ir a comer con Fausto...

Llegaron a un restaurante francés muy exclusivo, Fausto tenía una mesa reservada en un área especial, apartada de los demás. Tomaron asiento y les sirvieron una copa de vino. -Cuidado con tu forma de beber, no vayas a perder el control como aquella vez- dijo Fausto en tono de broma. Sofía lo miró, no sabía si molestarse o reír. -Lo mismo para ti, puedes tratar de pelearte con quien no te deje entrar- bromeó Sofía refiriéndose a aquella situación que habían vivido hace años; era extraño, pero por un momento ambos perdieron 20 años de edad y platicaban como si hubieran pasado días y no años sin verse. Toda la tarde conversaron acerca de las propuestas de Sofía, bromeando de vez en cuando...

-Gracias por la comida, lo pasé muy bien- dijo Sofía al despedirse en la puerta del restaurante. -Gracias a ti por hacerme compañía- se despidió Fausto, quien intentó dar un beso en la mejilla a Sofía justo cuando ella giró su cabeza para observar si era su auto el que había llegado. Así, el beso de Fausto rozó los labios de Sofía. -Disculpa Fausto, que vergüenza- dijo apenada Sofía. -Discúlpame tu a mi, no era mi intención- se disculpó Fausto. Sin decir nada y absolutamente avergonzada, Sofía subió a su automóvil...

Para el tercer viernes de trabajo en "Venecia", Aurora había perdido un poco de la vergüenza que le daba cada vez al subir al escenario. La chica había convencido a Andrea de que trabajaba en un club como mesera, y cada fin de semana por la noche, con ayuda de una peluca, se convertía en Aura, una bailarina rubia de cabello corto.

Sofía y Fausto comenzaron a trabajar más en la campaña, ya que en unas semanas comenzaría la promoción de Fausto como candidato.

Carolina se había recuperado físicamente y con ayuda de su madre, y Flora, su futura suegra, afinaba los últimos detalles de su boda, que se llevaría a cabo en un par de días...

Todos tenemos un poco de vergüenza; a lo largo de nuestras vidas pasamos por diversos momentos vergonzosos; mostrar nuestro cuerpo en un trabajo indigno, un accidental beso en la boca de alguien que no es nuestra pareja; así es, todos pasamos por momentos vergonzosos; los cuales,pueden afectar el rumbo de nuestras vidas para siempre...

jueves, febrero 03, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 6: Escándalo

El Licenciado Rivapalacio; importante pero no muy conocido funcionario político de la ciudad, había estado envuelto en un escándalo silencioso hace unos meses. Todo comenzó cuando su Publicista y asesor de imagen le presentó una atractiva campaña para convertirlo en candidato a Gobernador de la ciudad. Desde siempre la ambición y seguridad habían sido parte de la personalidad de Rivapalacio, así que después de un par de días aceptó convertirse en candidato. Los próximos meses todo avanzó viento en popa. Las encuestas lo perfilaban como el futuro gobernador. Un fin de semana cualquiera, el publicista había saturado la agenda de Rivapalacio con visitas y entrevistas. El escándalo en sí, sucedió aquel fin de semana. Por la mañana, casi de madrugada, Rivapalacio salió de su casa, besó a su esposa y se marchó a visitar una lejana colonia popular. Para medio día el publicista llamó a Rivapalacio, informándole que no podría acompañarlo a las actividades programadas. Eran las cuatro quince de la tarde cuando Rivapalacio decidió regresar a su hogar, harto de tanta gente y hastiado por las entrevistas, realizó un par de llamadas cancelando compromisos por el resto del día. Para las siete menos diez, Rivapalacio llegó a su casa; donde no encontraría más que la imagen de la traición; su esposa en brazos de su publicista. La ira enloqueció a Rivapalacio comenzó a arrojar cosas y a gritar fuertemente...

A las cuatro cuarenta de la madrugada del domingo la esposa de Rivapalacio escapaba con el publicista. A las 5 de la mañana encontraron el automóvil donde escapaban, en la carretera, completamente deshecho... El lunes por la mañana Fausto Rivapalacio enterraba a su esposa en medio de periodistas y cámaras fotográficas. El martes por la tarde Rivapalacio ya buscaba un nuevo publicista... Al que no podría atender hasta dentro de un par de meses... ¿Por qué le urgía a Rivapalacio un asesor de imagen? Por que, a pesar de que lo trataron de ocultarlo lo mejor posible, el escándalo siempre busca agujeros por donde salir a la luz...

Claro que había gente que ni siquiera tenía idea de lo que sucedía con Rivapalacio. Un claro ejemplo de ello era la publicista que le ayudaría de ahora en adelante; quien ya tenía suficientes cosas en la cabeza; su reciente ascenso a la presidencia, el matrimonio de su hija y la llegada de su nieto. Por ello, cuando Sofía leyó el nombre de Fausto, después de tantos años se sorprendió; sin embargo, si hace unas semanas hubiera visto el televisor o el periódico ya sabría que era el mismo Fausto Rivapalacio de quien había estado enamorada en la universidad...

El pasillo de el segundo piso de aquel hospital estaba vacío, no se escuchaba ni un ruido; todos los pacientes dormían, o eso parecía. Carolina estaba despierta, muy débil y cansada; su cuerpo le pedía dormir, pero su dolida alma se lo impedía. Unas horas antes había recibido la noticia de su bebé. Lo había perdido, realmente no habían sido los nervios o el estrés de la boda; ni siquiera subir aquellos escalones; simplemente era el destino. Lloraba silenciosamente con lo poco que le quedaban de fuerzas. Alberto estaba dormido en el sofá al lado de la cama. El chico despertó  con el suavo sonido del llanto de la chica y tomó su mano.       -Ánimo, saldremos adelante- susurró a Carolina y después le besó la frente...

-¿Perdió a su bebé entonces?- preguntó Greta a Ricardo, Miguel y Natalia no habían ido a la universidad aquel día. -Así es; pobre Carolina, dice Miguel que está muy triste- dijo el chico a su amiga quien estaba encendiendo, nuevamente, un cigarrillo . La chica que se había acercado unos días antes, Monserrat, se acercó nuevamente a pedir un encendedor. -Vamos Greta preséntame con ella- casi imploró Ricardo cuando Monserrat de había alejado. -Supongamos que lo hago, ¿Yo qué gano?- preguntó Greta sarcástica. Ricardo no contestó, no tenía que ofrecerle. -¿Y cómo está el pobre de Miguel? Ha de estar devastado- preguntó Greta después de que Ricardo no le hiciera ninguna oferta. En ese momento el chico tuvo una idea. -Si me presentas a Monserrat, te consigo una cita con Miguel- dijo Ricardo muy seguro. Greta volteó a verlo, sus ojos se abrieron demasiado. La chica estaba emocionada y a la vez muy sorprendida ya que jamás había hablado con Ricardo de su atracción por Miguel. -¿Qué te hace pensar que yo...?- preguntó Greta fingiendo desinterés. -Eso no importa ahora; ¿Aceptas? - preguntó Ricardo tendiendo la mano. -Trato hecho- dijo Greta contenta mientras estrechaba la mano de su amigo...

Mientras, en casa de Sofía, regresaban de el hospital. Le habían dado el alta a Carolina y ahora regresaba a su hogar. La chica fingía estar bien, pero cuando entró a su habitación, se derrumbó. Pidió que la dejaran sola unos minutos. Abrió una de las gavetas de su armario y sacó ropa de bebé que había comprado unas semanas antes. La tomó entre sus manos y la apretó fuertemente a su pecho. Comenzó a llorar amargamente... Pasados unos minutos secó sus lágrimas, y aunque sabía que algo estaba roto, pensó en lo fuerte que era y en deseo con todas sus fuerzas que pronto que sanaran sus heridas...

Últimamente Luis había comenzado a asistir frecuentemente a casinos; así como a centros de apuestas. Generalmente le iba bien en los juegos de azar, aunque en los últimos días la suerte no había estado de su lado. Desgraciadamente, cuando se dio cuenta de ello ya era demasiado tarde. El elemento detonante sucedió un día por la tarde; cuando Luis regresó después de una de sus idas clandestinas al casino. Al llegar Luis corrió al despacho, donde guardaban todos los documentos importantes. Andrea extrañada lo persiguió preguntando que sucedía. Luis revolvió los papeles de una gaveta. -¿Me puedes decir que estás buscando?- preguntó Andrea impaciente. Luis no respondió, seguía moviendo papeles. -Necesito las escrituras de la casa- dijo Luis en un tono seco y decidido. -¿Qué estás diciendo? ¿Qué demonios sucede Luis? - preguntó Andrea bastante desconcertada. -Prométeme que no me vas a odiar después de esto- dijo Luis abatido, casi suplicando. -Me estás asustando Luis- dijo Andrea sin comprender aun nada. Luis contó a su esposa acerca de los recientes juegos y apuestas a los que había estado apostando; desgraciadamente, Luis había perdido el control en sus apuestas, arriesgando y perdiendo así su propia casa. -Es la única manera de pagar la deuda; tenemos que vender la casa- explicó Luis mostrando a su esposa una hoja de papel, donde sumaban el pago de una inmensa cantidad. -No puedo creerlo Luis ¿¡La situación en la que estamos y se te ocurre hacer esto!? ¡¿Cómo pudiste poner en juego la casa!?- gritó Andrea tratando de contener el llanto y a la vez el coraje. -No me dejes sólo en esto por favor; te prometo; te juro que recuperaremos la casa; pero ayúdame ¡Por Favor Andrea, ayúdame!- explicó y rogó Luis. -¿Y crees qué pagar la deuda con la casa es la solución? ¡Esa no es la solución a tu problema Luis y lo sabes! ¡Te he visto cómo sales desesperado pra apostar! ¡Tienes una adicción! ¡Esto se convirtió en una enfermedad! - gritó Andrea alterada. -¡¿Qué quieres que haga?! ¡Esto está fuera de mi control!- preguntó efusivamente Luis. Por un momento sólo se miraron a los ojos. -No vamos a poner en riesgo lo que tanto nos ha costado, y si quieres realmente solucionar tu problema, aceptar las consecuencias sería un buen comienzo- dijo Andrea fingiendo fortaleza.  -Si no pago la deuda podría ir a la cárcel- dijo Luis abatido. -Como te dije, asumir las consecuencias puede ser una buena manera de comenzar- dijo Andrea sin poder contener más el llanto...

Debido a que Patrick había decidido quedarse unos días en el apartamento de Eva, Ricardo y Leonel pasaban la mayoría de tiempo en casa de Darío. La noche que Patrick dejó la ciudad, Darío visitó a Eva con el pretexto de dejar a los chicos. -¿Cómo va todo Eva?- preguntó cordialmente Darío. No se habían visto desde aquel embarazoso incidente. -Muy bien Darío; gracias por preguntar- respondió Eva con una sonrisa. -Me da gusto que estés contenta- dijó Darío sinceramente. -Sobre lo de el otro día; de verdad discúlpame, cuando quieras podemos hablar acerca de nosotros- dijo Eva con un tono sutil que pocas veces se le escuchaba. -Creo que por ahora no hay nosotros Eva. Que tengas buena noche- se despidió Darío sin decir una palabra más.

A la mañana siguiente Andrea y Luis hablaron con Andrea acerca de la difícil situación de las apuestas, la chica rompió en llanto destrozada. Abrazó a su padre fuertemente. -¡No quiero que vayas a la cárcel papá!- gritó Aurora dramaticamente. A Andrea se le rompió el corazón al ver esa imagen; a pesar de todo lo que estaban viviendo amaba a Luis y sabía el gran hombre que era. Por su mente pasaron todos los bellos momentos que había pasado junto a él; desde el día del musical en la universidad, hasta su boda, sin olvidar el nacimiento de Aurora. Cuando vio el rostro de Luis en lágrimas Andrea tomó su mano. -Tu padre no va a ir a la cárcel Aurora- aseguró Andrea firmemente. Tanto Luis como Aurora la miraron fijamente. - Quizás perdamos la casa; que tanto esfuerzo nos costó obtener, quizás en estas paredes se quedan trozos de nuestras vidas que nunca volvamos a recuperar, quizás nuestra vida cambie de ahora en adelante; pero nadie, escuchen bien, nadie deshará nuestra familia- dijo Andrea más segura que nunca, al momento que abrazaba a su hija a su esposo.

A las 11 de la mañana Sofía estaba lista; a pesar de los triste que se sentía por Carolina, no podía evitar los nervios que le causaba el simple hecho de leer aquel nombre. Fausto Rivapalacio llegaría en cualquier momento, al verlo entrar por la oficina de cristales transparentes se percató de que sus sospechas eran ciertas. Era él, tan atractivo como siempre, no pudo contener la emoción y corrió a la puerta. -¡Fausto Qué conincidencia!- dijo Sofía exhaltada a la vez que lo saludaba. -¿Tú? ¿No se supone que me atendería el presidente de la compañía?- preguntó Fausto descontrolado. Tomaron asiento y Sofía le puso al tanto de su nuevo cargo dentro de la agencia. Así mismo, Fausto relató el misterioso y trágico suceso que había vivido hace unos meses. -Lamento mucho lo de tu esposa, de verdad- dijo Sofía sinceramente cuando se enteró del accidente. -Aun no me acostumbro a estar sin ella- dijo Fausto. Después Sofía platicó de su familia y descubrió que Fausto no había tenido hijos. Estuvieron platicando un par de horas; en las que solo minutos hablaron de trabajo. -De verdad me alegra bastante encontrarte, se que haremos un gran equipo- dijo Fausto mientras se levantaba para marcharse. -Tenlo por seguro, serás el futuro gobernador- aseguró Sofía. Se abrazaron efusivamente. -Que curioso es el destino; hoy agradezco a aquel escándalo, ya que debido a el te volví a encontrar- dijo Fausto mientras se despedía. -Hasta Pronto- dijo Sofía, quien estaba en una especie de trance. No podía creerlo aun, y esas últimas palabras generaron un impacto en ella.

Cuando Aurora estuvo más tranquila llamó a la maestra Bianca. -Hola maestra, es Aurora; hablo para lo del empleo, ¿Nos podemos ver?- dijo Aurora decidida al teléfono. -De acuerdo, el viernes después de clases hablamos- dijo Bianca sin dar más detalles...

Un par de días después, Andrea y Aurora empacaban sus pertenencias, desgraciadamente habían perdido su casa con la deuda de Luis, quien a temprana hora de la mañana había ingresado voluntariamente a una clínica de rehabilitación. El ingreso de Luis a la clínica fue de lo más escándaloso; a pesar de ser un cantante retirado desde hace ya muchos años, no faltaron los periodistas y fotógrafos amarillistas. Dentro de unos días aparecerían fotografías de Luis, Andrea y Aurora por los periódicos y revistas... Por lo tanto, Aurora y Andrea empacaban cada caja, cada recuerdo, cada vivencia, estaban realmente deshechas; pero eso no les importaba a los periodistas; ya que, sin importar quien salga involucrado, lastimado o beneficiado, un escándalo siempre sale a la luz...