jueves, junio 23, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 15: El Ritual del Café

Hay un viejo ritual que existe hace décadas; incluso antes de que Darío, Sofía o Andrea nacieran. Este afamado ritual bien puede servir para despabilarse y comenzar el montón de tareas de la oficina, así como para pensar en nuestros planes fututos y llenarnos de energía para emprenderlos, y porque no, para conversar por horas con una entrañable amistad; lo cierto es, que ya sea cargado, tostado, caliente o liviano, el ritual del café siempre nos da un nuevo aliento y aroma de esperanza...

Increíblemente, aunque el café era delicioso, y la atmósfera de la cafetería inspiraba a pláticar tranquila y cómodamente, Darío estaba totalmente aburrido. Contemplando la boca de Isabella hablar y hablar, de su perfecta vida, de como le propusieron matrimonio en un viaje a Inglaterra poco después de la universidad, de como compró la casa de sus sueños antes de cumplir treinta años, de la bendición de tener hijos con el amor de su vida. Un entero comercial de la vida perfeta. -Festejamos este año nuestro aniversario con una segunda luna de miel por las Islas Malvinas- dijo Isabella recordando alegre mientras sorbía un poco de café. -Pero vamos Darío, casi no has hablado cuéntame ¿Qué ha sido de tu vida?- dijo ella aun sonriente. Darío sabía que no podía comparar su vida imperfecta con la hermosa historia con final feliz que Isabella acababa de contarle, así que por un momento pensó fingir, maquillar la realidad un poco, pero no podía, no debía hacerlo, suspiró y comenzó a hablar. -Pudiera decir que mi vida era igual de perfecta que la tuya hace un par de años, cuando vivía en Milán todo era fantástico, llegaba del trabajo y recibía un beso de mi esposa, mis hijos corrían a darme un fuerte abrazo, lo que siempre soñé estaba ahí, pero no fue para siempre. Mi esposa  y yo nos separamos, y aunque ahora tengo la fortuna de que mis hijos vivan conmigo, son adolescentes independientes, ya no son los niños que corrían a abrazar a su padre en cuanto cruzaba la puerta de la casa, por ahora estoy en busca de cumplir proyectos profesionales, en fin, esa es mi vida...-dijo Darío mientras bebía un poco de café. Isabella lo miró con un dejo de compasión en sus vibrantes ojos. -Lo siento mucho Darío, no pensé que tu vida fuera así- dijo ella tomando la mano de él. Darío río un poco. -No, no lo sientas- dijo - a mi manera he sido y soy feliz, lo único que puedo decirte es que tu también lo seas, espero que tu vida siga igual de perfecta, pero no sabemos si el día de mañana lo sea- Darío hablaba serio pero convincente. Isabella lo miró, extrañada, sorprendida. La plática se tornó bastante incómoda, Isabella se sentía un poco ofendida, pero no podía evitar pensar que Darío tenía un poco de razón. Darío sabía que había ido demasiado lejos por eso prefirío guardar silencio. Curiosamente, Darío llamó a su padre anunciando lo que había sucedido en la fiesta y Darío e Isabella salieron de la cafetería...

Muchos invitados se habían marchado de la fiesta, Ricardo y Monserrat esperaban a que sus padres llegaran por ellos. -Te vi distante toda la noche, te he visto distante estos días ¿Todo bien?- se acercó Ricardo a preguntar sutilmente. El chico la abrazó y besó suavemente su cuello. -No pasa nada- dijo ella, separando su cuello de los labios del chico. -Ricardo yo...- dijo titubenado. -Creo que sería mejor que nos separemos por un tiempo- Monserrat no sonaba muy decidida, era extraño escuchar nerviosismo en su voz. -¿Qué estás diciendo?- preguntó Ricardo contrariado. -Tal vez ya no deberíamos estar juntos, deberíamos pensar mejor las cosas- dijo Monserrat con la mirada baja. Sabía que estaba haciendo mal, quería a Ricardo, pero no podía evitar las apasionadas sensaciones que Miguel le provocaba. -¿Pensar? ¿Pensar qué? Yo te amo Monserrat, eso es lo único que tenemos que pensar, ¿O acaso tu no me amas?- preguntó Ricardo desesperado. - No es que no te ame Ricardo- dijo ella casi llorando. -¿Entonces? Mira Monserrat, no hay nada que supere al amor ¿De acuerdo? así que mientras nos amemos no importa que tan distantes, enojados o indecisos estemos, estaremos juntos porque nos amamos- dijo Ricardo decidido quien secó las lágrimas de la chica y la besó suavemente.
-Ya llegaron- dijo la chica separándose de Ricardo. Darío e Isabella los esperaban en sus respectivos autos. Ricardo besó la mejilla de Monserrat, la acompañó hasta la puerta. -El amor lo supera todo, no lo olvides- dijo el chico antes de abrir la puerta a la chica para que subiera al auto...

-Todo está en orden, las cortadas fueron muy leves, no será necesario hospitalizarla- explicó el doctor a Flora y a Paulo. Greta había dormido bien toda la noche, sin embargo para asegurarse de que todo estaba en orden, sus padres decidieron llevarla a la clínica por la mañana. -Entonces ¿Ya podemos llevárnosla?- preguntó Flora aliviada. -Así es, sólo me gustaría platicar un poco con ustedes, aun no entiendo bien como sucedió el incidente- preguntó el médico. -A ciencia cierta no sabemos, dijo Paulo, simplemente soltó el vaso y cayó al suelo- explicó Paulo. -Debo decirles que es extraño, ya que generalmente cuando caemos, solemos meter las manos como reflejo para protegernos. Greta no se desmayó, simplemente cayó, no comprendo porque Greta no buscó la forma de protegerse para evitar lastimarse - explicó el médico confundido. -Perdone Doctor pero no entiendo ¿Eso es importante ahora?- preguntó Paulo contrariado. -Lo que importa ahora es que mi hija está bien ¿No es así?- preguntó Flora. -Verán, tengo la inquietud de que este accidente haya sido más bien provocado por un desorden neurológico y me gustaría hacer algunos estudios para estar seguros de que estoy equivocado-explicó el doctor tranquilamente. -Mi hija está bien doctor, sólo había bebido un poco, no es necesario, ahora, si no le molesta, iré por mi hija- respondió secamente Paulo y se marchó por Greta.
-Disculpe señora, pero es mi deber como médico informarles acerca de todas los posibles padecimientos que su hija pudiera tener, entiendo si no están de acuerdo con mi trabajo pero le recomiendo que si no es conmigo, revise a su hija con otro médico- dijo el doctor sinceramente. -Está bien, le agradezco mucho- dijo Greta quien segundos después se marchó...


Como cada noche, Miguel llegó al apartamento de Aurora para ir juntos al trabajo. La chica descendió de las escaleras muy enfadada. -Que te quede claro, que es la última vez que vienes por mi, desde ayer no te conozco y sigues siendo el mismo indigente rockero patán que insultó a Greta- dijo Aurora decidida. -¿Qué te sucede?- preguntó Miguel extrañado. -¿Qué me sucede? Si no recuerdas, ayer te vi besando a la novia de tu mejor amigo, por lo tanto, en lo que a mi me compete no eres más que un incómodo compañero de trabajo- explicó Aurora muy molesta. -Calma Aurora, te prometo que tiene una explicación, se que está mal pero...-Miguel no pudo terminar de hablar. -Pero nada Miguel, Ricardo podrá ser muy ingenuo, pero es tu mejor amigo, y estoy segura de que el no te haría lo que tu le estás haciendo ¿Sabes por qué? Porque el es un hombre, no un intento de macho que no sabe controlar sus necesidades carnales- dijo Aurora más seca y molesta que antes. -Por favor, no vayas a decirle nada- suplicó Miguel. -No lo haré, pero créeme que no lo hago por tí; la noticia devastaría a Ricardo; además yo si se lo que significa lealtad y sea como sea, tu guardaste mi secreto, así que debo ser leal por más que me moleste- dijo Aurora enojada y subió a la motocicleta...

Cuando escuchó el timbre sonar, Natalia jamás pensó que Ramiro, el amigo de Miguel era quien estaba del otro lado de la puerta. Por lo regular, aunque fueran muy buenos amigos, casi nunca visitaba la casa de Miguel. -¡Hola Ramiro! Miguel no está, ya se marchó a trabajar- dijo Natalia cortésmente. -Hola Natalia, bueno yo, no venía a ver a Miguel, mira, te traje esto- dijo el chico muy nervioso mientras mostraba a Natalia una bella flor naranja. -Ayer me la pasé fantástico platicando contigo y quería regalarte algo- confesó Ramiro casi sudando. -¡Muchas Gracias! Pero no era necesario- agradeció Natalia modesta. -Eso no es todo, traje otra rosa para tu amiga, su accidente fue lamentable, creí que querrías ir a visitarla ¿Vamos?- invitó el chico mientras extendía su brazo para que Natalia lo tomara, y en su otra mano cargaba la rosa para Greta. Natalia se sonrojó bastante. -Es un gesto muy lindo, además no he visitado a Greta. Vamos- aceptó Natalia y tomó el brazo del chico...

A la semana siguiente una inexplicable tormenta comenzó a caer en la ciudad por varios días. La intensa lluvia no paraba y había generado ya algunos percances en la ciudad. Avenidas  inundadas, apagones en algunas zones y algunos árboles caídos. Sofía entró a su oficina escurriéndo un paraguas y mientras desabrochaba su abrigo se percató del sobre que estaba en su escritorio. Al abrirlo encontró unos documentos que destrozaron su corazón. Tomó el teléfono y desesperada marcó un número telefónico. -¿Me puedes epxlicar que hacen en mi escritorio unos papeles pidiéndome el divorcio?- preguntó Sofía molesta al teléfono. Hablaba con Franco. -Lo lamento, mi intención era informarte, de verdad- dijo el al teléfono, la señal era bastante mala. Discutieron unos minutos hasta que la señal comenzó a deteriorarse. -Casi no logro escucharte pero dime ¿Es definitivo?- preguntó Sofía deshecha. Le parecío escuchar un >>Si, lo siento<< del otro lado del teléfono, sin embargo, no pudo rectificarlo puesto que la llamada se cortó. La lluvia arreció y una tormenta eléctrica comenzó a caer; una serie de rayos caía bastante cerca de la oficina de Sofía. El clima empeoraba minuto a minuto. Un hombre entró empapado a la recepción. -Sofía, se que no debo estar aquí, pero mi automóvil se descompuso a a unas calles de distancia,  la tormenta está terrible y pensé que sería mejor esperar a que se calme un poco- dijo Fausto mientras se secaba con una toalla que la recepcionista le había proporcionado.
-Calma Fausto, no hay ningún problema-  dijo Sofía mientras ofrecía a Fausto una taza de café. -Se que la campaña va muy bien, me han comentado que los resultados son bastante favorables- dijo Sofía intentando comenzar una conversación. -Así es, si todo sale como lo esperamos indudablemente obtendré el triunfo, pero ¿Sabes? he pensado estas semanas, y aunque me convertirme en gobernador es una de mis grandes metas, creo que no seré del todo feliz- confesó Fausto mientras disfrutaba su taza de café caliente. -¿Si? ¿Por qué crees eso?- preguntó Sofía interesada. -De verdad Sofía, creo que no deberíamos hablar de eso- intentó evadir Fausto. -¿Por qué lo dices?- preguntó Sofía. -Te lo voy a decir, porque creo que mereces saberlo, pero estoy completamente consciente de que no va a suceder nada, y créeme que es lo menos que estoy buscando- explicó Fausto. -Adelante- accedió Sófía. -Desde que te volví a encontrar, la meta más importante de mi vida dejó de ser la gobernatura. Me di cuenta que nada vale la pena si no tienes con quien compartir tus triunfos. Y si te soy honesto, me hubiera gustado escribir nuestra historia de otra manera y que hoy en día, estuviéramos juntos para compartir juntos nuestras metas- dijo Fausto decidio bebiendo otro poco de café. Un rayo volvió a car extremadamente cerca, tanto que la oficina se iluminó con su luz, las ventanas retumbaron por el sonido del trueno y Sofía besó dulcemente al empapado Fausto...

En alguna cafetería cerca del centro de la ciudad Leonora y Darío se protegían de la lluvia. -Esa construcción me fascinó para la escuela- dijo Darío mientras pedía un par de tazas de café en la abarrotada cafetería. -Parecía ideal, lástima que la lluvia nos impidió terminarla de ver- respondió Leonora mientras limpiaba sus gafas que se habían mojado un poco. -Gracias por acompañarme- agradeció Darío sinceramente. -Créeme que es divertido y a la vez todo un reto acompañarte, eres tan indeciso como una mujer- confesó Leonora en tono de burla. -¿Eso crees? Pues déjame decirte mi querida terapeuta, que tengo decidido el lugar desde hace ya unos días- dijo Darío decidido. -¿En verdad? ¿Y por qué seguimos conociendo lugares?- preguntó Leonora intrigada. -Porque, como tu lo has dicho es divertido que me acompañes, me fascina estar contigo- dijo Darío mientras sonreía. -Me tengo que ir, al parecer la lluvia se tranquilizó, gracias por el café- dijo Leonora un poco molesta mientras se ponía de pie. -¿Dije algo malo?- preguntó Darío extrañado. -Lo siento Darío, pero creí que había quedado claro que sólo podemos ser amigos, deberías no seguir perdiendo el tiempo si quieres abrir pronto tu escuela. Adiós- se despidió secamente Leonora...   

-¡Estás muy mojado! ¡Corre a cambiarte!- dijo Andrea a Luis quien recién había llegado de una importante jornada con la disquera. -Eso no importa ahora, tengo noticias magníficas- dijo Luis con una sonrisa de oreja a oreja. -Vamos, pondré agua a hervir para café y mientras te cambias me platicas- dijo Andrea tomándolo de la mano. -Esta mañana acabo de grabar mi primer tema para el nuevo disco. mi regreso es un hecho- dijo Luis emocionado. -¿De verdad Luis? Entonces es definitivo- preguntó Andrea entre emocionada y preocupada. -Totalmente, y si todo sale bien, podremos poner nuevamente un gran árbol de navidad en la sala de nuestra casa- dijo Luis aun más feliz. -¿Qué dices?- preguntó Andrea incrédula. -Nadie ha comprado la casa, hablé con el propietario y está muy accesible, así que en algún par de meses podré darle un jugoso anticipo y podremos regresar a casa- explicó Luis irradiente de alegría. -¡Luis es maravilloso! ¡Qué felicidad!- gritó Andrea emocionada mientras abrazaba a su marido. La puerta del apartamento se abrió y entró Aurora mojada por la tormenta.
-¡Mi mochila está totalmente mojada! ¡Mis zapatos de ballet van a arruinarse!- gritó Aurora molesta. -Vamos vamos, corre a cambiarte, yo pongo a secar tus cosas. Aurora entregó su mochila sin pensarlo y  corrió a su habitación y empezó a desvestirse. Un pensamiento invadió su mente, y sin pantalón, con un sólo calcetín corrió hacia donde estaba su mochila, pero era demasiado tarde. Andrea estaba pálida,  sostenía en una mano la peluca que Aurora utilizaba para trabajar en "Venecia" y en la otra mano tenía la fotografía de Ignacio de la Parra. -¿Quién te dio esta fotografía?- preguntó Andrea sumamente asustada. -Mamá, cálmate ¿Por qué te pones así?- preguntó Aurora extrañada. -¡No me contestes con una pregunta! ¡Dime quién te dio esta fotografía!- gritó Aurora desesperada. -¡¿Entonces es verdad?!- preguntó Aurora gritando histérica. -¡EL ES MI PADRE!- gritó la chica llorando. La tetera comenzó a silbar en la estufa. -Tenemos que hablar Aurora, vamos a tomar un café- dijo Andrea temblando de nervios. -¡No quiero hablar contigo! ¡No quiero una maldita taza de café!- gritó Aurora y salió corriendo del apartamento. Luis intentó alcanzarla pero fue imposible...

Después  del pequeño accidente en su fiesta Greta había intentado hacer su vida normal; seguía saliendo con Eric, comenzaba a sentir algo por él, aunque seguía ignorando qué el chico había sido el único amor de su amiga Natalia. Aquel día descendía apresurada de las escaleras de su casa ya que Eric había llegado por ella para ir al cine. Flora y el chico conversaban bajo las escaleras mientras la esperaban. Casi a la mitad de la escalera, Greta sintió un ligero descontrol en sus piernas y tropezó fuertemente rodando por las escaleras. Tanto Flora como Eric intentaron detenerla sin lograrlo. Ya en el piso, Flora se percató que su hija tenía una herida en la ceja y llamó apurada a una ambulancia. Mientras esperaba en el hospital alguna noticia llegó Alberto. -Te traje un café mamá- dijo el chico. Flora tomó el vasito y bebió sin importarle la temperatura. Realmente la cabeza de Flora estaba en otro lado, recordaba como su hija se había accidentado en la fiesta, de como notaba últimamente Greta se tropezaba muy seguido y tiraba las cosas, como si su torpeza hubiera aumentado, y ahora este incidente en las escaleras. Flora estaba realmente preocupada. -¿Estás bien mamá?- preguntó Alberto preocupado. -Todo tiene que salir bien-dijo Flora sonriendo. Minutos después el doctor se acercó a informarles que todo estaba bien y que la herida había sido cerrada con unas leves puntadas. Sin que Alberto se percatara, Flora se acerco al doctor y le dijo. -Doctor, me gustaría que hiciera los estudios pertinentes a Greta para descartar algún tipo de enfermedad neurológica- el médico asintió y comenzó a preparar todo para llevar a cabo dichos estudios...

Hay un viejo ritual que existe hace tiempos remotos; incluso antes de que esta historia comenzara. Este cotidiano ritual tiene múltiples finalidades, lo curioso es que ya sea en una cafetería, en casa o en una máquina expendedora, siempre trae consigo más que una taza de café...

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